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La tarea número uno es crecer, lo demás… ¿es música?

Sólo basta encender la radio, ver la televisión o leer el diario para darse cuenta que Chile necesita crecer. Me llama poderosamente la atención la aceptación transversal de esta afirmación. Todos los sectores políticos, sociales y económicos viven con este dogma y no se cuestionan en absoluto. Claro, si el país crece, entonces todos estaremos mejor. Eso es lo que hemos escuchado por décadas como una doctrina del mundo moderno. ¿Pero de qué país hablamos?; ¿Realmente todos nos beneficiamos?; ¿El progreso sólo debe ser medido por el crecimiento?; también creo importante que se entiendan las otras consecuencias de la obsesión por el crecimiento, tal como el uso irracional de nuestros recursos naturales o la necesaria inequidad.

Como sociedad hemos aceptado la Teoría del Chorreo (conocida en economía como la curva de Kusnetz): Primero CRECER para luego DISTRIBUIR. Ya son varios los trabajos que demuestran que los supuestos que hicieron famosa – pero sobre todo políticamente muy útil – esta teoría, ya no son válidos: Piketty (2013), Bértola (2005), Kanbur (2000), entre otros. A pesar de ello, esta lógica se sigue usando en muchos países. Uno de ellos es el nuestro y sólo basta con revisar el ampliamente aceptado coeficiente de Gini para constatar que Chile es el país más desigual de la OCDE, sexto en Latinoamérica y 14 en el mundo. Según concluye el estudio de Chile21 “Crecimiento y desigualdad en el largo plazo”, al estudiar el periodo 1850 al 2008 no se ve evidencia que avale la redistribución luego del crecimiento económico, lo que sí se ve cuando el Estado ha intervenido implementando políticas inclusivas que contrapesen las libertades del mercado. Por lo visto, cuando se favorece la concentración económica, estos pocos grupos desarrollan la capacidad de influenciar en políticas que les permiten consolidar y, más aún, incrementar su riqueza. Basta sólo con ver los casos de colusión y financiamiento irregular de la política para que lo anterior nos haga aún más sentido.

Por otro lado, sólo apelando al sentido común: ¿Crees que es posible que un sub-sistema llamado “Economía” pueda crecer infinitamente dentro de un sistema finito llamado “Biosfera”?. Según la red Global Footprint los recursos del planeta YA se gastaron para el presente año; en simple: Necesitamos 1,6 planetas para sustentar éste. Hemos llevado a cabo un desarrollo degenerativo con altas tasas de extracción de capital natural para satisfacer una cultura de consumo. Nos hemos olvidado que somos parte de la naturaleza y nos sentimos por sobre ella…

Finalmente, creo imperioso detenernos a reflexionar: ¿Qué queremos para nuestras futuras generaciones? Si esto implica no crecer por un tiempo, me parece aceptable considerando lo que está en juego. Después de todo, ya estamos sumidos en una profunda crisis ecológica, estancados económicamente y lo que aparece como una de las causas: Una crisis espiritual que nos tiene adorando el capital. Para conseguir estos cambios de paradigma necesitamos liderazgos fuertes que cuestionen los dogmas generando innovación en los modelos de negocio, económicos y sociales que permitan mayor equidad y re-generación natural. ¿Te animas?

 

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