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Redes sociales: cuando caen los gigantes

La caída de Facebook, Instagram y Whatsapp el pasado 4 de octubre, ya ha sido definida por los expertos como la más relevante a nivel mundial. Con más de seis horas de interrupción y de forma global, tanto las aplicaciones como las herramientas de la empresa fundada por Mark Zuckerberg, estuvieron inaccesibles para aproximadamente 3.500 millones de personas que las utilizan.

El error técnico que generó un efecto en cascada y que terminó paralizando las plataformas de la compañía, tuvo tres grandes repercusiones: la caída de las acciones de Facebook, el mejor posicionamiento de las compañías de la competencia, y la revelación evidente de adicción a redes sociales para quienes sufrieron un síndrome de abstinencia durante las seis horas de inactividad. Vamos por parte.

El pasado lunes durante la tarde la empresa Facebook, matriz de Instagram y Whatsapp, sufrió una caída de 4,9% en el valor de sus acciones, lo que redujo en US$121.600 millones la fortuna personal de Zuckerberg según el Índice de Millonarios de Bloomberg. Si bien las acciones de la empresa venían en picada desde hace unas semanas debido a la controversia de los “Archivos de Facebook” (revelaciones de documentos internos divulgados a la prensa de Estados Unidos por una exempleada), la caída de las plataformas aceleró el golpe monetario de la compañía.

¿Las grandes ganadoras? Las empresas de la competencia. Twitter vivió su tarde de gloria el pasado lunes, saludando: “Hola, literalmente a todos”, cuando los usuarios de las plataformas caídas se volcaron a esta aplicación para averiguar qué pasaba. Es más, Facebook, Instagram y Whatsapp tuvieron que hacer uso de Twitter para avisar de la falla que presentaba su sistema, lo que provocó un sinnúmero de memes que se viralizaron rápidamente.

Y si usted es usuario de Telegram probablemente lo vivió de forma personal. Para quienes no tienen esta aplicación les cuento que cada vez que uno de nuestros contactos descarga este servicio de mensajería, se nos avisa en forma de nuevo mensaje. Pues bien, en mi caso, normalmente no me llegaban más de dos o tres de estos mensajes al mes. La tarde de la caída masiva, más de diez de mis conocidos descargaron la aplicación y varios más continuaron haciéndolo los días subsiguientes.

Finalmente, y sin duda el tema más preocupante, es que se evidenció la dependencia o adicción a las redes sociales de muchas personas, pero en particular de los más jóvenes. Si durante las seis horas del “apagón social” notó que usted o alguien de su entorno cercano sufría problemas de concentración y atención, aburrimiento e irritabilidad, preste atención porque los anteriores son síntomas de abstinencia.

¿Cómo evitar el riesgo de volvernos adictos? Estas son algunas de las medidas para prevenirlo: limitar o bloquear las notificaciones del celular, establecer un horario para revisar las redes sociales y desconectarse de vez en cuándo y ver qué tal se tolera. Si esto último se hace insufrible como el pasado lunes, quizás es hora de considerar pedir ayuda. Está bien que en esta era digital las redes sociales formen parte de nuestra vida, pero su uso no puede afectar nuestra salud mental. Es mejor aprender a convivir que a depender de ellas.

Paola Zerega Tallia

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