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Pasado incierto y certeza de futuro

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El origen del nombre del mes de enero proviene del latín Ianuarius, en honor al dios romano Jano, cuya estatua tenía dos caras y se le atribuía el poder de ver el pasado y el futuro al mismo tiempo. Esto simbolizaba equilibrio y sabiduría para actuar y conseguir un reinado de paz.

En este sentido, no es casualidad que en enero comencemos el año aprendiendo del pasado y proyectando el futuro. Hace 50 años, la expectativa de vida en Chile promediaba los 60 años versus un ingreso per cápita (cabe señalar que dicho ingreso es referencial) de USD 7.000 aproximadamente; en el año 1985, las variables indicaban 71,4 años con un ingreso per cápita de USD 7.190; para el año 2000, las cifras eran de 77,3 años e ingresos por USD 14.600; y, para el año 2015, los datos son de 79,4 años y de USD 22.500. En términos comparativos, tenemos una expectativa de vida similar a Turquía y un ingreso per cápita USD 300 más que Bahamas.

Chile es el sexto país de la OCDE con más “ninis” (como se denomina a los jóvenes que no estudian ni trabajan), no obstante, casi el 10% de los ocupados del país corresponde a jóvenes menores de 25 años, exactamente 801.007 personas de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE) correspondientes al trimestre agosto – octubre de 2016. De ellos, el 44,1% en la Región Metropolitana, mientras que el 10,8% lo hace en la VIII región.

Además de estas variables, no es menor observar el actual escenario del país y su interrelación con el orbe. Por ejemplo, el 2017 estará marcado por las políticas que siga el nuevo gobierno de los EEUU, el que toma posesión el 20 de enero y sus posibles consecuencias en la inflación, la cual arrojó una variación negativa de -0,2 % en diciembre acumulando un 2,7 % en el año 2016. Esto daría pie a una baja en la tasa de interés por parte del Banco Central para fomentar el gasto, ya que, sumado a lo anterior, el Indicador Mensual de Actividad Económica (IMACEC) registró un aumento de un 0,8% para noviembre de 2016 en comparación con igual mes del año anterior. En otras palabras, se ha mantenido la misma tendencia durante un año reflejando el carente crecimiento. Por cierto, debemos recordar que el 19 de abril de este año se realizará un nuevo Censo que debería influir en el presupuesto y políticas públicas de la nación para el año 2018.

En virtud de lo expuesto y en términos pragmáticos, considerando una tendencia al “alza” de las expectativas de vida y el potencial aumento de profesionales, cabe preguntarse: ¿cómo incide la incertidumbre del mercado nacional y el retiro de capitales externos en la falta de movilidad de factores productivos por la implementación de las reformas: tributaria, laboral, educacional y sobre todo la de previsión social (pendiente) que afectará la  jubilación sugerida por las entidades que profitan de ello si se poseen “lagunas” en los jóvenes dada la inestabilidad laboral que producen estos cambios?

Proyectando el futuro, el llamado sería ajustarse a la realidad y calmar las ideologías, entra en vigencia para este año una mayor tasa de impuestos a las empresas y el fomento a la inversión se basa en la certidumbre de las políticas públicas.

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