Es innegable que la historia del marketing ha estado siempre ligada al desarrollo de las tecnologías. Ya desde sus inicios, las primeras luces de lo que hoy conocemos como marketing se dieron gracias a unos de los inventos más revolucionarios de la historia: la imprenta. Con el paso del tiempo esta herramienta permitió la impresión de periódicos, revistas y posters, que los visionarios de la época supieron aprovechar para promocionar sus productos y poder llegar a un mayor número de clientes.
Desde entonces, tanto la revolución industrial como la digital han marcado el paso a paso del marketing, desde su versión 1.0 en los años ’50 y ’60, donde el foco estaba puesto en el producto y en los medios tradicionales de difusión (medios escritos, radio y televisión); 2.0 en los años ‘70 y ‘80 donde la atención se traslada al consumidor; 3.0 en los años 2000 donde el foco pasan a ser los valores del cliente y entran en juego los medios digitales (buscadores, redes sociales, apps); hasta la versión 4.0 en el año 2016 donde, siempre con el consumidor en el centro, se produce la fusión entre los canales tradicionales y digitales, dando la bienvenida a una etapa que tiene como principal objetivo generar confianza en los clientes a la vez que los fideliza.
Pues bien, ni diez años han pasado cuando otra revolución tecnológica, liderada por la inteligencia artificial, ha impulsado la última versión del marketing: la 5.0.
El concepto lo explica el economista y mercadólogo estadounidense Philip Kotler en su libro “Marketing 5.0, tecnología para la humanidad”, y como su título lo indica, es el momento de que las empresas aprovechen el potencial de las tecnologías en sus estrategias de marketing, pero pensando en las personas, es decir, no subyugar a los humanos a las mismas.
Entonces, la pregunta que corresponde hacerse es: ¿cómo aplicamos el marketing 5.0 en nuestras empresas?
Un buen punto de partida es invertir en tecnología avanzada en la medida que nuestros recursos lo permitan. Esto no necesariamente requiere de grandes montos de dinero, ya que, un ejemplo de aquello es habilitar un asistente virtual o chatbot, existiendo varias plataformas gratuitas que lo permiten.
Otro aspecto para tener en consideración es el ya conocido Big Data, es decir, crear y trabajar con un ecosistema de datos que utilice distintas fuentes, que integre información y que genere inteligencia a partir de su análisis. También se sugiere implementar metodologías ágiles en el negocio, es decir, adoptar ciclos de trabajo cortos, equipos multidisciplinarios, colaboración e iteración, en lugar de largas campañas de marketing.
Otro punto importante es mapear el proceso de decisión de compra del consumidor, es decir, tener claro cómo establecemos contacto con nuestros clientes desde que surge la necesidad de un determinado producto o servicio hasta que llega el momento de adquirirlo, desde puntos tecnológicos.
Finalmente, alinear las estrategias de marketing con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), porque permiten guiar hacia una buena toma de decisiones en cuanto a innovación de nuestro negocio y sirven también de timón para no perder en norte en cuanto a la tecnología al servicio de la humanidad, y no al revés.
Paola Zerega Tallia