Hace unas semanas supimos del fallecimiento – a los 84 años – del científico australiano Robert May, considerado el padre de la teoría del caos.
El término caos, palabra de origen griego, significa abismo y correspondería a un “estado de confusión y desorden de la materia que precedió a la organización del universo”. En la actualidad se aplica a los sistemas dinámicos deterministas, que se pueden encontrar en áreas tan diversas como la economía, la epidemiología, la demografía o la meteorología, por nombrar algunas. Un sistema dinámico determinista se comporta de forma caótica si por pequeños que sean los cambios en las condiciones iniciales del sistema, este podría arrojar resultados muy disímiles. Es decir, el sistema es sensible a pequeñas perturbaciones. El modelo utilizado también puede tener esta característica caótica, como los modelos matemáticos utilizados para la predicción del clima, por ejemplo.
El caos lleva mucho tiempo con nosotros. Sin embargo, la teoría del caos se hizo realmente conocida por los trabajos del meteorólogo estadounidense Edward Lorenz en sus intentos de hacer predicciones meteorológicas, por allá por la década de 1960, mientras trabajaba en el MIT.
Lorenz se encontró con una gran dificultad al intentar predecir el tiempo atmosférico. Este obstáculo de la predicción se conoce con el nombre de “efecto mariposa”, por una artículo suyo, publicado en 1972, cuyo título era: «Previsibilidad: ¿puede el batir de las alas de una mariposa en Brasil dar lugar a un tornado en Texas?». El título lo adaptó precisamente de un antiguo proverbio chino, que reza lo siguiente: “el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”.
En sus experimentos computacionales, Lorenz llegó a la conclusión de que las simulaciones eran muy diferentes para condiciones iniciales muy próximas, situación que descubrió casi por casualidad, mientras volvía de tomarse un café con sus colegas del MIT. Había dejado a su computadora realizando extensos cálculos y los resultados con los que se encontró lo tomaron por sorpresa, puesto que diferían enormemente de lo que en realidad tenía que obtenerse, al punto de pensar que el problema era su computadora.
Se denomina, por tanto, efecto mariposa a la amplificación de errores que pueden aparecer en el comportamiento de un sistema complejo. En definitiva, el efecto mariposa es una de las características del comportamiento de un sistema caótico, en el que las variables cambian de forma compleja y errática, haciendo imposible hacer predicciones más allá de un determinado punto, que recibe el nombre de horizonte de predicciones.
En el contexto de la situación actual de pandemia, podríamos preguntarnos: ¿puede un estornudo de alguien que se encuentra en una ciudad china, expandir una epidemia por todo el mundo? Lamentablemente ya conocemos la respuesta, y no solo eso, la estamos padeciendo en sus múltiples dimensiones.
Pero el caos no es solo teoría y también lo podemos considerar en nuestra vida cotidiana, con consecuencias positivas para nosotros mismos y para la sociedad, como lo expresa una frase del escritor y filósofo uruguayo Eduardo Galeano: “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.
Carlos Figuera Moreno