La creación de nuevas regiones en Chile es un paso importante hacia la descentralización, que facilita la instalación de Gobiernos Regionales (GORE), Secretarías Regionales Ministeriales y oficinas regionales de Servicios Públicos. Estos organismos, dotados de presupuestos y competencias ajustados a territorios más pequeños, incrementan la capacidad de gestión local, adaptándose mejor a las necesidades específicas de sus comunidades.
Entre las principales implicancias de la creación de nuevas regiones, destacan dos aspectos claves: 1) capacidades institucionales y 2) inversión pública. En cuanto a capacidades institucionales, la descentralización permite que el GORE y otras representaciones regionales alcancen un mayor grado de proximidad con la población, facilitando tanto la formulación y financiamiento de proyectos como la prestación de servicios más alineados con las necesidades locales. Respecto a la inversión pública, los municipios acceden a mayores recursos enfocados en territorios más reducidos, incrementando así su capacidad de inversión.
En el caso de Ñuble, su creación como región coincidió con eventos extraordinarios como el estallido social y la pandemia, lo que retrasó tanto su desarrollo económico como su instalación institucional. Actualmente, la región presenta un déficit de personal del 40%, según cifras de la ANEF, lo que evidencia que la transición aún está en marcha. Es natural que una región recién creada enfrente mayores desafíos en comparación con otras más consolidadas, como lo demuestra la literatura económica que indica que estos procesos de ajuste regional requieren tiempo.
Ñuble también enfrenta obstáculos estructurales que ralentizan su crecimiento. La falta de infraestructura de conectividad afecta el comercio interregional e internacional, mientras que los déficits en capacidad hídrica y energética limitan la competitividad empresarial. Otro reto crucial es la baja diversificación de la matriz productiva, que depende en gran medida del sector agropecuario, vulnerable a las fluctuaciones de precios internacionales. Esta dependencia dificulta la atracción de inversiones, especialmente de empresas medianas y grandes, que, aunque representan solo el 1.8% del total de empresas en la región, generan el 47% del empleo formal asalariado.
Un aspecto claramente positivo ha sido el aumento de la inversión pública. Desde la creación de la región, la inversión sectorial ha crecido, impulsada por proyectos financiados por diversos ministerios, y los municipios han accedido a mayores recursos del FNDR. Esto ha permitido una asignación más eficiente, triplicando la inversión regional. En 2017, Ñuble recibía $24 mil millones como provincia; en 2024, como región, ha alcanzado los $77 mil millones.
De cara al futuro, si abordamos los desafíos en infraestructura, recursos hídricos y energéticos, Ñuble tendrá la oportunidad de diversificar su economía y atraer empresas que ofrezcan empleos estables y bien remunerados. Sectores como transporte y logística, turismo (especialmente hotelería y gastronomía), y servicios tecnológicos se perfilan como claves para el crecimiento sostenido de la región en los próximos años.
Roberto Herrera Cofré