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Cumplir con el deber

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Los actuales acontecimientos que estamos presenciando en nuestro país; como las colusiones entre las empresas, los fraudes y estafas en el sector financiero, los sobre-precios en los medicamentos, las automotoras que estafan a sus clientes, entre otros; se han tratado públicamente desde el punto de vista financiero explicando cómo se organizan para cometer el fraude y hacer creer a otros que todo funciona legalmente. Estos hechos demuestran una falta de valores en gran parte de nuestra sociedad, pero no son solo los autores de los ilícitos los que tienen toda la culpa. Podemos analizar el tema de diferentes ángulos, por nombrar algunos tenemos: los que cometen el fraude, los afectados por el fraude, los que deben fiscalizar para que no ocurra el fraude, los que deben sancionar el fraude, etc. Si nos centramos en los que deben fiscalizar y/o sancionar, podemos verificar según las evidencias, que estas personas claramente no hicieron su trabajo; no cumplieron con su contrato que les asigna la función de preocuparse que estas acciones no ocurran, y si llegan a ocurrir detectarlas lo antes posible para denunciar y sancionar a los infractores. Se han creado superintendencias en distintas aéreas y cada una de estas instituciones tienen el “deber” de fiscalizar y en algunos casos tienen hasta el poder de sancionar, pero cuando se publican los acontecimientos fraudulentos nos damos cuenta que los que debieron fiscalizar no lo hicieron en su momento (no hay peor ciego que el que no quiere ver). Estos personajes que ostentan cargos con ese tipo de responsabilidad no ven lo que otros ven; no comentan cosas que puedan dejarlos en una incómoda posición, pues si se dan por informados tienen la obligación de aplicar los reglamentos y esto es algo que les incomoda, por lo tanto lo evitan. Lo grave es que esta actitud se está generalizando en todo ámbito de la sociedad y se está dando un ejemplo a los niños y jóvenes de nuestra patria dejando creer que todo se puede hacer porque no hay sanción para los culpables. Se necesitan personas que ocupen los cargos con responsabilidad; que sean capaces de asumir sus funciones tal como la sociedad les ha delegado; no es correcto que eviten los conflictos y los dejen crecer pues incluso a ellos mismos les puede afectar. Un ejemplo claro se da frente a la delincuencia que vivimos a diario, la que gracias a la puerta giratoria del sistema judicial hace que todos estemos expuestos a asaltos y portonazos reiteradamente. Se está perdiendo algo esencial en el ser humano que es el cumplimiento del deber. La sociedad necesita que cada uno cumpla su función y no evitar sus obligaciones, debemos educar a nuestras futuras generaciones para que sepan enfrentar los momentos difíciles y no crear una sociedad incapaz de soportar dificultades, lo cual les generará solo frustraciones. Si las instituciones no funcionan es exclusivamente porque la persona con mayor “autoridad” no ejerce su cargo con responsabilidad, esto es muy favorable para provocar el descontento social y generar las protestas públicas, los paros, etc. En un ambiente de este tipo podemos estar sembrando el odio hacia la democracia y cultivando la aceptación de regímenes autoritarios.

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