Desde el pasado 5 de septiembre de 2017, cuando fue promulgada en el diario oficial la ley N° 21.033 que crea la XVI región de Ñuble, las interrogantes, incertidumbres y desafíos que enfrenta la nueva región se materializan cada vez más, pues se debe estar a la altura de lo que esta nueva división territorial y administrativa requiere.
Uno de los sectores económicos relevantes de la zona es el turismo, de acuerdo al Reporte Sectorial, realizado por el Observatorio Laboral de Ñuble en el año 2017, en él se emplearía el 21,5% del total de ocupados actualmente en la nueva región, cifra no menor, y que considera una estacionalidad que se ve favorecida en los meses de verano.
De acuerdo a la definición de la Organización Mundial de Turismo (2007), este es “un fenómeno social, cultural y económico relacionado con el movimiento de las personas a lugares que se encuentran fuera de su lugar de residencia habitual por motivos personales o de negocios/profesionales”. De lo anterior se desprende que innumerables actividades económicas están asociadas al sector, como la hotelería, restaurantes y transportes, las cuales actualmente en su gran mayoría se encuentran en manos de pequeños y medianos empresarios de la zona, lo que hace aún más relevante que este sector económico siga creciendo y desarrollándose, pues se cree que el hecho de ser región traerá consigo un mayor flujo de personas a Ñuble en busca de turismo, lo cual representa una oportunidad para los empresarios locales. Sin embargo, es imprescindible preguntarnos, ¿estamos preparados para este desafío? ¿Tenemos una oferta gastronómica, hotelera y de transporte que sea competitiva con el resto de las regiones y que nos posicione como una zona turística?
Sin duda alguna, Chile es un territorio privilegiado por naturaleza, pues cuenta con importantes ventajas comparativas, con respecto a sus pares, tenemos mar y cordillera, beneficios de los cuales también goza la nueva Región de Ñuble, sin embargo, esto no garantiza que tengamos una “ventaja competitiva” por sobre el resto de las regiones, entendiéndose esta, como las características que hacen que, en este caso la región, se diferencie del resto, colocándose en una posición superior, y obteniendo también un rendimiento mejor al promedio, lo cual la hará única y apreciada por el consumidor o cliente final (Porter, 1985).
Lo anterior, sin duda, plantea un desafío mayor, pues se debe diseñar una estrategia que nos permita lograr esta ventaja y ser mejores que el resto, pues no basta con tener potencial, lo importante y lo que marca la diferencia es poder desarrollarlo y mantenerlo en el tiempo, de tal manera que genere mayor dinamismo al sector y que permita lograr una contribución económica real a la nueva división territorial y administrativa y que esta se vea reflejada en el incremento de la riqueza de quienes cuyos ingresos dependen de la actividad turística.
Es importante destacar, que independiente de la estrategia que decida adoptar la nueva región de Ñuble para el desarrollo y crecimiento de este sector económico, ésta sigue siendo un imperdible de visitar, no solamente en verano, sino en cualquier época del año, puesto que cuenta con atractivos para sorprender a sus visitantes durante los 365 días.
Paulina Ceballos