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¡Una cosa a la vez!

Una de las principales características de los computadores es que sus procesadores distribuyen su gran capacidad de cálculo en el desarrollo de varias subunidades llamadas “tareas”. Luego, gracias a la interfaz que provee el sistema operativo nos da la ilusión de que podemos realizar muchas tareas en paralelo con gran rapidez (trabajar en un procesador de texto a la vez que abrimos un video en youtube y todo mientras corremos un antivirus en el computador). Lo que ocurre realmente es que el computador está haciendo una sola cosa a la vez, distribuyendo sus tiempos de procesamiento a cada tarea rotativamente, pero tan velozmente que no lo podemos percibir, dando la idea de que todo ocurre en paralelo. Esto es lo que se conoce como “procesos multitarea”.

Ahora permítame llevarlo a un ejemplo un poco más cotidiano: suponga que mientras usted está leyendo esta líneas se está tomando un café, y mientras se lleva la cuchara a la boca justo suena el teléfono de su oficina, a la vez que en su celular su hijo le acaba de enviar un video de una actividad de su colegio, que está mirando por Whatsapp.

Algunas personas sostienen que “caminar y mascar chicle” es parte natural de su forma de trabajar, por lo que podríamos pensar que estamos frente a una sociedad de personas “multitarea” donde tenemos que estar atentos a muchas tareas en paralelo, tal como funcionan los computadores.

Vivimos en un mundo lleno de estímulos y exigencias, lo que nos presiona a estar en un permanente estado de alerta para atender distintas demandas de nuestra atención. Funcionamos, en definitiva, como un verdadero procesador que debe priorizar qué tareas realizar para cumplir finalmente con todos a la vez.

Esto suena excelente cuando lo aplicamos a escenarios de productividad, rentabilidad, eficiencia, disminución de costos y muchos otros términos propios de una sociedad como la nuestra, basada en la administración de recursos, donde el hombre es considerado un recurso más. Pero, ¿qué pasa con el ser humano que está detrás de ese recurso?

Si Usted no entiende por qué está sintiendo tanta presión y atribuye únicamente su estrés al trabajo o a las deudas, le recomiendo revisar todas las cosas que en paralelo está intentando cumplir en su vida, y de esas tareas separe las que aportan directamente a su felicidad, descanso o relajo. En este punto es cuando debe dejar de comer y mascar chicle, y olvidarse de los procesos multitarea y todo el discurso de productividad. Construya su felicidad en base a momentos intensamente vividos y con su mente completamente dedicada a esa vivencia. Nos hemos llenado de padres multitarea que mientras están físicamente con sus hijos, sus mentes siguen conectadas y alertas al próximo aviso del Whatsapp, del like de Facebook o de cualquier otra nimiedad virtual. De esta manera queremos cumplir con todo y finalmente no cumplimos al 100% con nada. Perdimos la capacidad de priorizar, de evadirnos, de enfocarnos y de apagarnos a lo menos importante para poder estar conectados a lo que se supone que es lo más valioso de nuestra vida: la familia, la pareja, los hijos, el ocio. Esas actividades son las que definitivamente debemos realizar de a una a la vez.

 

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