“La educación la hacen los profesores, no los gobiernos” fue el mensaje que levantó la profesora Mariela Farías cuando se le entregó el premio a la excelencia pedagógica en 2013. Hay una gran verdad en esta expresión: la educación depende en gran medida de los profesores. Un profesor de buena calidad es el factor individual que más impacta en los resultados de los alumnos (explica hasta un 40% de la varianza), dejando atrás ámbitos tan cruciales como el ingreso familiar y la educación de los padres.
Sin embargo, se siente detrás de la afirmación de Farías la idea de que los profesores educan solos. Es la realidad del trabajo docente: son pocos los casos en que se planifica o se observan clases entre colegas, o se busca información en equipo de manera sistemática. Los profesores trabajan normalmente sin la retroalimentación de otros adultos. La razón más importante es la falta de horas disponibles para realizar actividades conjuntas. Este es un tema en que el país necesita avanzar con urgencia, en todos los niveles educativos. Es imposible exigir calidad a los profesores si no se considera tiempo para que planifiquen y compartan su trabajo. Es como pedir a un actor que actúe el 100% del tiempo, sin darle espacio para leer el libreto, crear el personaje y ensayar con los otros actores.
Por otra parte, los profesores no pueden hacer el cambio que se necesita solos. Aparte de los gobiernos, se necesita el compromiso de cada persona de manera individual. Muchas veces, los alumnos perciben su educación como el derecho a recibir un cartón por pasar de curso, más que como la necesidad de involucrarse y leer textos de calidad, participar de una discusión, practicar un nuevo conocimiento. En gran parte se entiende como algo que el profesor entrega y evalúa, más que como el conocimiento que los estudiantes consiguen por su propio mérito. Sin duda la educación se adquiere por el contacto con otras personas que saben más, como los profesores, pero finalmente es un bien que está en cada uno y que se puede buscar y transmitir.
En esto último, los medios de comunicación masiva juegan un gran papel. Desde ellos llega la mayor parte de la información que las personas consumen fuera de las aulas. Si los medios –radio, televisión, prensa y sus respectivos espacios en internet- se proponen subir el nivel de la información que entregan (en la expresión de ideas, la profundidad de los temas, la variedad de contenidos, la calidad de la edición, etc.), es posible que el nivel educativo suba, o que al menos exista una base compartida para seguir conectando aprendizajes. Internet abierto de manera masiva es ya una gran puerta de acceso, pero finalmente son los medios los que van llevando a las personas a interesarse por nuevos temas que pasan a estar en boca de todos y determinan nuestros clics de cada día.
En síntesis, si queremos un país con mejor educación, los profesores necesitan tiempo y colaboración para hacer un trabajo de calidad, compromiso de los alumnos con su propio aprendizaje y mejores medios masivos para que el nivel de las discusiones suba.
Magdalena Infante Krebs, Académico Escuela de Administración y Negocios, Universidad de Concepción.