Desde hace varios años que el mundo del trabajo ha venido evolucionando aceleradamente. Henry Ford, un ícono de la revolución industrial, transformó el ámbito laboral de su época, migrando de los carruajes tirados por caballos a la producción en serie de autos. Esto llevó a que el mercado laboral girara en 180 grados, pasando de herreros a mecánicos ensambladores. Hoy entrando a la cuarta revolución: ¿pasará lo mismo con las personas y la inteligencia artificial?
Si bien aún no tenemos una respuesta cierta a esta interrogante, sí hay algo claro, el Covid-19 logró lo que ninguna ley había realizado: generar el experimento social más grande del último tiempo, donde todo el mundo se vio en la obligación de encerrarse en su casa para trabajar de manera segura. Lo que hasta hace un tiempo era impensado, hoy ya se ha vuelto una opción cierta, es decir, el trabajo a distancia se está posicionando cada vez más en distintos países. Pero ¿cómo ha afectado esto a la productividad?
Se ha dicho que el trabajo remoto llegó a disminuir la productividad. Ahora bien, los quiero invitar a mirar el otro lado del prisma, donde muchas compañías están imposibilitadas de operar o debieron modificar radicalmente sus formas de funcionamiento, con colaboradores confinados en sus hogares conciliando la vida profesional y laboral. En efecto, hoy estamos distantes del teletrabajo. Esto se produce básicamente porque todas las leyes y buenas prácticas que existían en torno a esta nueva forma de enfrentar las labores no incluían dentro de sus análisis la opción de la obligatoriedad del quedarnos en nuestras casas. Este cambio forzoso, nos generó el tener que adaptarnos a trabajar a través de una cámara, congeniando, en un abrir y cerrar de ojos, el convivir en un mismo espacio el mundo laboral y familiar.
Cosas tan simples como lo era el levantarnos de nuestros escritorios para poder hablar con nuestros jefes o compañeros de trabajo, hoy día pasan a ser complejas al tener que contactarlos por alguna herramienta digital. Así, durante estos meses, nos hemos dado cuenta nuevamente que la comunicación se torna fundamental en este proceso, donde, si bien existe un distanciamiento físico, éste no se traduce en uno social. En este contexto, el liderazgo juega un papel fundamental en el cómo se relacionan las personas y se mantiene o modifica una cultura organizacional. Asimismo, los líderes han tenido que comenzar a fijar producciones por objetivos, poniendo en el centro la empatía del trabajador con la de la empresa y viceversa para dar la milla extra, ya que ambos se necesitan, para poder obtener los mejores resultados.
El adaptarnos a este nuevo escenario, nos permitirá convivir de mejor manera con el cambio, el cual nos llevará a comenzar con el desarrollo de nuevas habilidades como lo son: adaptabilidad, pensamiento crítico, empatía, integridad, optimismo, proactividad y resiliencia. Cada una de ellas logrará que los profesionales de este 2020, puedan hacer reskilling, es decir, reinventarse, pasando de ser un herrero a un mecánico. Eliminemos el miedo a que el mercado cambie, sólo depende de nuestra reacción el seguir en él.
Loreto Novoa Capponi