Así como la existencia del hombre, igualmente los tributos. Sus orígenes datan a hechos históricos como, entre otros: la religión y la guerra. Para el aspecto religioso, aparece durante el periodo paleolítico como una necesidad del hombre para manifestar su gratitud a los dioses o el universo por medio de ofrendas en especies y sacrificios de animales o de seres humanos. En el caso de las guerras, estos fueron el principal sustento económico para cubrir los gastos que originaban, el primer tributo a las riquezas del que se tiene conocimiento fue creado en Grecia llamado Eisfora (428 A.C.) y debía ser cancelado por todos los ciudadanos solo durante el periodo de conflicto, se suprimía el tributo una vez culminado, y cuando por el esfuerzo de guerra eran generados ingresos adicionales estos se usaban para devolver dicho tributo.
Frente al escenario que el actual gobierno ha presentado dentro de sus propuestas, genera inquietud lo que ha denominado “Reforma Tributaria”. Así como la Reforma Educacional debería cimentarse en modificaciones estructurales, también correspondería a la Tributaria.
Entre los aspectos más relevantes podemos distinguir: Alza gradual en cuatro años del impuesto a las empresas de 20% a 25%, término del Fondo de Utilidades Tributarias (FUT) a partir de la Operación Renta 2018 y aceleración en el registro del desgaste de activos fijos.
Respecto al primer punto, será gradual en un 1,5% para cada año: 2015 y 2016. En tanto, las alzas serán de un 1% para los años 2014 y 2017. En los últimos años 12 años el impuesto a las empresas ha aumentado en un 5%, ahora bien, cabe preguntarse: ¿Las empresas podrán soportar esta gradualidad en tan poco tiempo?, podría haber un efecto en el empleo por la redestinación de efectivo al pago de impuestos; esto, dado que las empresas considerarían en sus actuales presupuestos una carga tributaría sólo del 20%.
En cuanto al FUT, su eliminación en cuatro años después que la costumbre en Chile desde los años 80’s ha sido reinvertir en base a las utilidades que no se han distribuido, podría generar mayor solicitud de créditos por parte de las empresas a entidades financieras (aumentando la utilidad de éstas) para hacer sus inversiones, incurriendo en una carga financiera mayor, considerando una desaceleración económica.
Sumado al punto anterior, la Depreciación Acelerada daría a entender que es un paliativo frente a la eliminación del FUT y comprobaría los efectos negativos de su eliminación.
Con todo, cambios estructurales no se apreciarían, sólo se ve gradualidad, eliminación de fondos y medidas paliativas.
Si consideramos la igualdad ante la ley y la Eisfora pagada en Grecia (cancelado por todos los ciudadanos), deberían cancelar el impuesto específico: las empresas mineras, empresas navieras y aéreas, además de quienes hacemos uso del combustible, directa o indirectamente; así, sin que el estado deje de percibir lo presupuestado para gasto fiscal, la distribución homogénea de este tributo haría disminuir el precio de los combustibles en nuestros bolsillos y no solo, por ejemplo, después del “conflicto” de la operación renta, al solicitar devolución de impuestos.
Elías Karmach Sánchez, Académico Escuela de Administración y Negocios, Universidad de Concepción.