Si bien esta política obedece a recomendaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) debido a los altos costos que el abuso del alcohol genera en la salud, esta decisión también guarda relación con el aumento en el consumo de alcohol de las personas mayores de 15 años en Chile, el cual pasó de 6 a 8 Lt/persona durante el periodo 2000-2015 . Pese a que estas cifras se encuentran por debajo del promedio de la OECD (9.5 Lt/persona), el país lidera el ranking de consumo en América Latina.
Si bien existe un consenso respecto a la importancia de controlar el consumo de alcohol en la población, ¿es factible que una política que prohíba su venta a un precio reducido pueda generar un cambio significativo en los patrones de consumo? Si entendemos el abuso de alcohol como un “mal” para la sociedad, la racionalización de su uso podría conseguirse a través de distintos instrumentos de política.
El primer instrumento consiste en una política de standards, la cual determina reglas de comportamiento, tal y como lo sugiere el Senda en su anuncio. De esta manera, todos los agentes que adoptan la norma estarán libre de sanciones, mientras que los que la infringen serán duramente sancionados; el resultado final dependerá de los costos y beneficios que enfrentarían las empresas al adoptar o no adoptar el comportamiento establecido. Pese a que este tipo de políticas tiene bajos costos de implementación, su efectividad se encuentra limitada por su (in)factibilidad política (coerción de las libertades individuales), lo que iría en detrimento de las motivaciones intrínsecas de los individuos, exacerbando el problema en lugar de corregirlo.
La segunda política son los incentivos económicos, que en este caso toman la forma de un impuesto específico al alcohol. Este instrumento ha contribuido a una disminución de las tasas de alcoholismo en Suecia, Noruega y Finlandia, donde la venta de alcohol es un monopolio Estatal. Si bien los incentivos económicos generan un aumento en la recaudación fiscal, contribuyendo así al financiamiento de bienes públicos, su principal desventaja radica en que son regresivos, afectando en mayor medida a los individuos de ingresos más bajos.
El tercer instrumento de política es el nudging, que tiene sus orígenes en la economía del comportamiento. Este enfoque consiste en alterar el comportamiento de las personas, en una forma predecible, sin prohibir cualquier opción o cambiar significativamente sus incentivos económicos (Thaler & Sunstein, 2008).
En la actualidad el uso de nudges -o codazos por su traducción al español- ha ayudado a combatir una serie de problemas sociales y de salud a nivel mundial, lo que constituye una alternativa viable para el caso chileno. En nosotros está definir el tipo de sociedad en el que queremos vivir. Todavía es posible disfrutar de un happy hour…con moderación.[/fusion_text][/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]