
El protocolo familiar es mucho más que un documento notarial administrativo, es la carta de navegación de una empresa familiar. Allí se establecen normas claras sobre la gestión, propiedad y sucesión de la empresa, permitiendo que todos los miembros de la familia conozcan y respeten los lineamientos que garantizarán la continuidad del negocio. Un protocolo sólido, bien trabajado y consensuado por todos los miembros de la familia, es una herramienta poderosa para evitar quiebres y asegurar una transición saludable de una generación a otra.
Según María de los Ángeles Lucero Bringas en su trabajo “El protocolo familiar: una definición desde el management” (2017), este se define como «una herramienta de planificación de la administración empresarial y familiar que permite gestionar la firma, la familia empresaria y los vínculos que surgen entre ellas». Su propósito es estructurar la relación entre la empresa y la familia, asegurando su continuidad y estabilidad a lo largo del tiempo.
En tanto, Santiago Dodero (2014) en su libro “El secreto para resolver los conflictos en la empresa familiar” analiza cómo los conflictos pueden afectar gravemente a las empresas familiares. Explica que estos problemas suelen surgir por la falta de comunicación, la superposición de roles en la familia y la empresa y la dificultad para gestionar la sucesión generacional. Un protocolo familiar resuelve estos asuntos.
El protocolo familiar puede abordarse desde tres enfoques principales. En primer lugar, la gobernanza empresarial, que se centra en profesionalizar la gestión de la empresa, sobre propiedad, dirección y sucesión para garantizar eficiencia y sostenibilidad. Luego, el enfoque relacional y de cohesión familiar, que busca fortalecer los lazos familiares, promoviendo valores, convivencia y resolución de conflictos para asegurar armonía y estabilidad dentro de la empresa y la familia. Finalmente, el aspecto jurídico y patrimonial considera el protocolo como un documento legalmente vinculante que regula propiedad, sucesión y derechos familiares, evitando disputas y asegurando la continuidad del negocio.
Cada enfoque del protocolo familiar aporta una dimensión clave para la estabilidad y continuidad de la empresa. Sin embargo, un protocolo verdaderamente eficaz debe integrar los tres ámbitos. Solo así se logra un equilibrio entre la profesionalización de la gestión, la armonía entre los miembros de la familia y la protección patrimonial de la empresa.
Otra aspecto clave a considerar es que la asesoría adecuada juega un papel fundamental en este proceso. En el contexto de las Pymes, sobre todo en regiones, los contadores y abogados especializados pueden guiar la elaboración del protocolo, asegurando que no solo sea un documento bien estructurado, sino también una herramienta práctica y efectiva para la empresa; no solo aportan su experiencia técnica, sino que también actúan como mediadores y consejeros, ayudando a la familia empresaria a tomar decisiones informadas y estratégicas.
Claudia Garcés Moraga