La ventaja de los libros livianos, decía humorísticamente Enrique Vila-Matas en su Historia abreviada de la literatura portátil está en que se puede viajar con ellos y continuar la lectura en diferentes lugares. Los personajes de Vila-Matas eran todos artistas de la vanguardia europea: viajeros por definición, se trasladaban en una alegre fiesta de país en país. No recuerdo más de esa novela que la importancia de contar con libros portátiles. Porque ¿quién puede considerar los libros como compañeros de viaje cuando un tomo pesa una tonelada? Siguiendo al autor, adherí al partido de los libros breves: livianos, trasportables, buenos amigos de los momentos muertos como filas de trámites y salas de espera. Hasta que aparecieron los teléfonos inteligentes… y casi dejo de leer en papel.
Una de las maravillas de contar con teléfonos inteligentes, tablets o libros electrónicos es que uno acarrea sus lecturas a todas partes. La gente en general se disculpa porque no lee. Pero si se los observa, pasan la vida devorando artículos, noticias o mensajes de chat desde sus teléfonos. Muchos culpan a la tecnología de los escasos niveles de lectura, pero lo cierto es que nos ha hecho más lectores. Y es que lo digital engaña al ojo: lo que en la pantalla parece breve y ágil, impreso se transforma en 15 o más páginas que si las viésemos en papel nos harían perder el interés de antemano. Pero en digital consumimos letras sin darnos ni cuenta.
Otra ventaja de leer en pantalla está en el acceso a diferentes tipos de lectura: desde periodismo, a literatura, a información enciclopédica o comercial, a través de Internet nuestras alternativas se han multiplicado en temas, idiomas y acceso a otras culturas. Temas raros, antes difíciles de publicar y por tanto de encontrar, están hoy disponible a un clic de distancia. Además, si al leer un texto damos con un término desconocido, se busca de inmediato en un diccionario online, lo que amplía nuestro vocabulario y por ende nuestra capacidad de comprender. Con el teléfono el acceso a información también se ha democratizado, pues los costos de acceder a la web son menores.
Considerando lo anterior, cuesta pensar en aspectos negativos de la lectura digital. Sin embargo, un estudio realizado en Noruega con jóvenes de 16 años demostró que al enfrentar dos grupos a la misma lectura en soportes diferentes (papel versus digital) los que leyeron en pantalla comprendieron menos el texto que quienes leyeron el texto impreso. Esta es la desventaja: se comprende y se recuerda menos al leer en digital. Porque leemos con todo el cuerpo. Si no percibimos el tamaño, peso, tipo de papel, o lugar donde leímos… no recordamos bien si fue una hoja suelta, o en un tomo grueso, o en qué parte del texto está lo que queremos recuperar. También, la posibilidad de buscar cualquier tema mientras se lee (y con solo un clic) es una espada de doble filo, porque los múltiples estímulos externos nos distraen del texto principal.
En conclusión, aún con las maravillas que nos permite la lectura digital, después de pasar el día frente al computador, no hay como apagar las pantallas y leer en papel donde menos es más y la escasez de información es una ventaja.
Magdalena Infante Krebs, Académico Escuela de Administración y Negocios, Universidad de Concepción.