Nos encontramos en la era del Marketing 4.0, en un escenario marcado por el propósito social y que permite la comunicación al instante a través de las redes digitales, construyendo comunidades que se unifican en un pensamiento, valor o preferencia en algo.
El objetivo avanza hacia la inclusividad buscando la integración hiperconectada en comunidades digitales y no digitales, las decisiones son grupales y en esta evolución surge la humanización de las marcas, que colaboran en construir una mejor sociedad y desarrollar en la vida el disfrute, la experiencia y el compromiso. Aun así, existe en la percepción de las personas que el marketing es venta y publicidad, un valor ambiguo que corresponde al marketing 1.0 que nació en el año 1920 hasta el 1950, en que mover inventarios era lo principal, desconociendo la importancia en el ámbito estratégico y su labor en la definición, esencia y permanencia en el tiempo del negocio. Es por ello, que vemos marcas alejadas de los consumidores y que fracasan con el tiempo al tener ojos vendados a los sentimientos y emociones del consumidor.
El neuromarketing declara la realidad de que el ser humano toma las decisiones en forma emocional porque su cerebro así está desarrollado y que la idea, en que maximizaba sus beneficios bajo resoluciones racionales que le permitían poder rentabilizarlas y propender a una mejor vida, es parte de un pensamiento que perduró hasta la década del 90 cuando la neurociencia, a través de sus investigaciones, rompió este paradigma declarando su comportamiento.
La navegación en internet y la interacción en redes ha desarrollado la hipertextualidad en el cerebro del consumidor, permitiendo abordar distintos temas que no son secuenciales y nutrirse de información diversa para una misma toma de decisión o que la acompañan, aunque no esté asociada.
En la actualidad, las distintas generaciones Baby Boomers, X, Millenials, Centennials se encuentran hiperconectadas en la red formando comunidades sociales. Es muy notable observar como los Baby Boomers, generación nacida entre los años 1946 y 1964, se han sumado al desafío de las plataformas digitales y cada vez aprenden más y las valoran haciéndolas parte de su vida y también de su consumo, como medios que están solucionando varios aspectos relevantes de su vida.
Lo apasionante para el consumidor es poder estar a un click de nuevas experiencias con lugares, personas, desafíos, aprendizaje, diversión, sensaciones que promueven pactos de desarrollar un vínculo con un significado basado en valores y construir una relación con compromiso en el largo plazo. Visualizar el futuro con la vista atrás es solo perder las nuevas oportunidades de construir nuevas relaciones con conceptos de productos y servicios que entreguen un significado vinculado al consumidor actual.
El valor de la digitalización en los productos y servicios es un sello que cada vez más es parte de su esencia, porque permite ser parte de la vida del consumidor en cualquier momento. El desafío es construir una marca que valora un consumidor emocional con vínculos basados en el amor y que logren una relación que perdure en el tiempo.
Lilian Baeza Robles