Comentarios como “la tecnología echa a perder la escritura” se repiten cuando cuento que trabajo en expresión oral y escrita. Y es que mucha gente cree que escribir bien o hablar bien se refiere a hacerlo sin errores de ortografía o pronunciando con claridad. Cuando estos aspectos no son más que pelos de la cola. Quizás no han pensado que gracias al acceso que hoy permite la web, muchas personas que antes nunca hubiesen escrito, hoy lo están haciendo y de manera visible.
Las redes sociales, los blogs, los comentarios en diarios digitales dan cuenta de este aumento de la escritura pública. Esto implica que, por una parte, más personas están publicando lo que piensan. Bien por eso. Por otra parte, nos vemos expuestos a un mar de expresiones espontáneas, entre las cuales están las de personas que posiblemente no pensaron mucho lo que querían decir y lo lanzaron sin filtro, invadiendo los medios de mala escritura o, aún peor, de ignorancia o mala onda. En estos casos, lo importante no es la mala ortografía, sino claramente el no preocuparse de transmitir ideas valiosas.
Lo cierto es que lo principal a la hora enseñar a escribir o a hablar en público es escudriñar qué es lo que cada uno quiere decir y ayudarlo a armar su idea. Porque justamente enseñar a escribir es enseñar a pensar: buscar la forma que refleje de la manera más clara y efectiva posible el punto que el autor quiere transmitir. Y muchas veces, el proceso más difícil es encontrar una idea buena, una idea que “valga la pena difundir”, como dice el eslogan de las famosas charlas TED. Y es que una idea buena no nace por generación espontánea. Es necesario investigar y leer, compartir con otros, observar y reflexionar mucho para que del cruce de conocimientos externos nazca una idea propia que merezca ver la luz.
Menciono TED por el compromiso que esta organización ha adquirido en la propagación de ideas. Esta ONG fue creada en California en 1984 como una gran conferencia en las áreas de tecnología, entretenimiento y diseño. Con el tiempo creció y se extendió hasta lo que es hoy: una plataforma que incluye la organización de un par de conferencias anuales sobre una amplísima variedad de temas; una página web donde se alojan los videos de más de 1700 charlas, traducidas a más de 100 idiomas -donde además se agrega una nueva cada día de la semana-; y la franquicia que permite organizar eventos similares siguiendo los lineamientos desarrollados por TED en 30 años de trabajo.
Con este sistema, las charlas TED se han esparcido por todo el mundo, han sido grabadas y han podido captar audiencias en los más remotos lugares del globo. Además, en su esfuerzo por difundir las buenas ideas de manera clara y atractiva, este equipo ha desarrollado un sistema para enseñar a sus oradores a preparar sus temas, a estructurar las ideas y a enfrentarse con convicción ante su audiencia. Lo bueno es que esta información está disponible para todo el mundo, lo que permite a cualquier persona prepararse para contagiar a otros su mensaje. Así, el hablar bien se expresa en forma y contenido, como debe ser. Sin duda, un recurso que vale la pena difundir.
Magdalena Infante Krebs, Académico Escuela de Administración y Negocios – Universidad de Concepción.