Un artículo escrito por el argentino Mario Tedesco me invitó a reflexionar sobre temas en educación que escapan de la contingencia nacional; y que más bien se basan en logros medibles, rankings, puntajes y acreditaciones.
El autor plantea desafíos más humanos, menos cognitivos y no por eso menos importantes: la educación básica se cimienta en dos principios estructurales: el “aprender a aprender y aprender a vivir juntos” (Tedesco; 2011). Para entender estos conceptos hay que definirlos dentro del contexto del neo capitalismo: en la estructura social piramidal del capitalismo industrial, la posibilidad de ascender estaba dada en gran parte por el acceso a una mayor educación. El nuevo capitalismo, que paradójicamente ocurre en una sociedad marcada por una valoración y el ejercicio de la democracia política, está sesgado por una mayor polarización social, concentración del ingreso, desempleo y exclusión social. La educación está llamada a romper el determinismo que el nivel socioeconómico y cultural impone sobre los resultados de aprendizaje. En otras palabras, la escuela debe realizar transformaciones para dar a la educación un sentido con proyección de futuro.
El incremento de la desigualdad social en cuanto al acceso a bienes y servicios, está influenciado además por la marca de la brecha digital. El acceso globalizado a la información y la inmediatez del Internet y la telefonía celular incrementan la desigualdad social dentro de una misma nación y entre naciones. Esto explica la necesidad de incluir tecnologías de la información dentro de las políticas educativas.
En un contexto social descrito así, ¿qué significado adquiere la expresión “aprender a vivir juntos”? Dentro del esquema social del nuevo capitalismo el “vivir juntos” no se da en forma natural sino que es más bien una aspiración que se debe construir de manera intencional y voluntaria. En otras palabras, en una sociedad cada vez más atomizada, el vínculo educación – cohesión social debe convertirse en un objetivo explícito.
La sociedad moderna se caracteriza por una acelerada producción de conocimiento y la inmediatez con que se puede acceder a éste: la obsolescencia es cada vez más rápida, obligando a procesos de reactualización profesional permanente a lo largo de toda la vida El “aprender a aprender” requerirá desarrollar habilidades para procesar, organizar y clasificar información. La educación tiene que cambiar su rol de transmisión de conocimiento por uno de productora de conocimiento. Se impone la idea de un meta- currículo, donde el conocimiento no se transmite sino que se enseña sobre el conocimiento; nociones, por ejemplo, cómo hipótesis y prueba. El concepto de aprender a aprender impone cambios profundos en el rol de los docentes. Se pone de manifiesto cada vez más quién y cómo enseña, y se ha comprobado que hay cierto componente subjetivo en los docentes que tiene incidencia en los resultados de aprendizaje: la confianza que ellos mismos tienen en la capacidad de aprendizaje de sus alumnos. Trasciende entonces la importancia cada vez más urgente de nuevos modelos de formación docente.
Carmen Gloria Pérez, Académico Escuela de Administración y Negocios, Universidad de Concepción.