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La verdad según Wittgenstein

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Hace ya algunos años, un filósofo austriaco de nombre Ludwig Wittgenstein (1889-1951), un hombre visionario, neurótico, estudioso de la lógica y del lenguaje, se planteaba una pregunta que para muchos no tenía sentido o en el mejor de los casos era innecesaria: ¿Podemos conocer la verdad? Intentar dar una respuesta a esta interrogante lo condujo por caminos que ni él mismo sospechaba que tendría que recorrer, llegando a una conclusión tan sorprendente como “aterradora”: no existe verdad fuera del mundo de las Matemáticas. Por lo tanto, la Filosofía nada tiene que hacer ni decir, en el fondo la Filosofía ha muerto, porque “de lo que no se puede hablar mucho mejor es callarse”. Llegó así a establecer que solo se puede encontrar verdad o ausencia de ella en aquello que proviene de un constructo axiomático (un sistema axiomático formal para ser más precisos), en un conjunto consistente de leyes que constituyen la base de cualquier acción en el medio en que se desarrollan, un lugar donde existen reglas del juego claras, consistentes (que no se produzcan contradicciones entre ellas) e independientes (ningún axioma o regla se deduce de otra u otras) y completas (cualquier enunciado dentro del sistema tiene que ser o bien verdadero o bien falso y deben existir los medios para demostrarlo). En la vida diaria bien sabemos que en ocasiones las reglas de convivencia fijadas por un grupo no son claras y las que lo son tampoco se respetan siempre, por lo tanto la verdad en un sistema de este tipo es bastante relativa o simplemente no existe.

Hay un aspecto digno de destacarse en un sistema axiomático formal, aludido en el párrafo anterior, el principio de la completitud, que ha dado lugar a numerosos estudios, siendo el de Kurt Gödel (1931) el de mayor alcance en cuanto a sus consecuencias. Gödel propone que en un sistema de este tipo existen enunciados que son indecidibles. Es decir, existen enunciados o proposiciones que no pueden ser demostradas dentro del marco axiomático en el que se encuentran o, para expresarlo más simplemente, no todo es demostrable en un sistema axiomático formal. A modo de ejemplo podemos mencionar la sencilla (en cuanto a su enunciado) conjetura de Goldbach (1742): “Todo número natural par mayor que 2 es la suma de dos números primos”. Hasta ahora, con toda la tecnología existente no se ha logrado refutar la conjetura ni tampoco ha sido demostrada y se cree que esta proposición sería del tipo indecidible en el sistema axiomático en el que se plantea.

¿Cómo resolver el dilema que se presenta?, ¿creando un nuevo sistema axiomático? Algunos ya lo intentaron cayendo en la cuenta de que este proceso jamás termina.

Al parecer aún hoy en el siglo XXI no tenemos todas las herramientas necesarias para llegar a conocer “la verdad”, ¿será posible dejar de perseguir esa quimera y centrarnos en aquellas cosas sobre las cuales tenemos un mayor control?, ¿o vendrá alguien en el futuro a sorprendernos con una nueva teoría o una nueva forma de enfrentar el problema?…, es lo más probable.

Carlos Figueroa Moreno, Académico Escuela de Administración y Negocios, Universidad de Concepción.

 

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