Ya es marzo y con ello comienza un nuevo año académico, y me es difícil dejar de pensar y referirme a la importancia de la lectura en nuestras vidas, por lo que ella implica y por lo que somos cuando nos involucramos en sus complejas e infinitas estructuras. Cada consecuencia de leer, es un efecto invaluable que nos posiciona de mejor manera frente a cualquier situación comunicativa. Hoy, desde una mirada simplemente reflexiva, me tomo el tiempo y la libertad de escribir sobre lectura en educación.
Tanto el educador como quienes se relacionen con el desarrollo del ser humano, con respecto a los efectos de la lectura, deben vincularla desde una perspectiva de todas las funciones y dinámicas que esta pueda cumplir, no solo como una destreza mecánica, sino que desde la necesidad de las personas en la niñez y adultez de informarse, comunicarse, aprender y gozar con todo lo que les proporcione un libro. Pero atención: no cualquier libro, un libro que nos interese y motive. Algo de experiencia personal hay en este enunciado.
Especialistas del Ministerio de Educación, afirmaron hace algunos años que los lectores competentes extraen y construyen el significado de los textos escritos, a nivel literal como también a nivel interpretativo. Comprender un texto implica extraer información, inferir o interpretar aspectos que no están expresamente dichos, y evaluarlo críticamente. Esto supone que el lector asume un papel activo, relacionando sus conocimientos previos con los mensajes que descubre en la lectura. De acuerdo con este planteamiento y según la experiencia de los mismos profesores, la enseñanza debe asegurar que el estudiante esté preparado para comprender un texto, por consiguiente, que sabrá compararlo con otros, analizarlo y desarmarlo, incluso. Todo esto para luego hacerlo parte de su memoria cognitiva y emotiva.
Formar lectores competentes y activos, motivados por una lectura que satisfaga múltiples propósitos y que se convierta en una herramienta útil en el desarrollo de una rica vida social y cultural, requiere familiarizar a los alumnos con un amplio repertorio de textos. La lectura es importante presentársela a los estudiantes desde un todo, evidenciarles el inmenso bagaje de títulos, escritores, editoriales y mensajes que pudiesen conocer, lo distinto y similar entre ellos, la intencionalidad subjetiva y objetiva de los autores, lo denotativo y por supuesto lo connotativo. Porque la lectura es un medio entre la realidad de los alumnos y las palabras de los textos que leen; que propicia momentos de reflexión, en los cuales cada lector puede sentirse vinculado o no con ellos, o quizás alejarse sustancialmente del trasfondo de lo leído. Definitivamente la lectura, una buena lectura, se puede convertir en el mejor momento del día para un lector, que lo lleve y lo traiga en un par de segundos de realidades de fantasía, de momentos de instantánea reflexión, de espacios colmados de ideas absolutamente nuevas y desconocidas, además de un profundo interés por la exploración y el cuestionamiento. Entonces, seamos poco a poco, fieles seguidores de la lectura… estoy completamente segura que nos hace bien.
Nelly San Martín Sepúlveda