Cuando hablamos de identidad de una región, en términos comunicacionales, hacemos alusión a las características centrales, perdurables y distintivas del lugar, con las que la misma se identifica y se diferencia de las demás. Es la personalidad de la región. La marca (isotipo, logotipo, isologotipo) es la expresión visual de esa identidad, y como hablamos de expresión podemos decir que es un instrumento de comunicación.
Por otro lado, si nos referimos a imagen de la región, estamos hablando de las características, ideas u opiniones que las personas asocian a dicha región, que la definen y diferencian de las demás.
Entonces, si actuamos sobre la identidad, podemos influir en la imagen mediante la comunicación. Y esta imagen se constituye como un valor estratégico para la región y sus ciudades, que les permiten “existir” para los públicos, diferenciarse de las otras regiones, atraer y mostrarse mejor.
El desafío no está en relación a las características sino al espacio que se ocupa en la mente de las personas con un concepto inconfundible. Aquí es donde el marketing de ciudades tiene un papel fundamental y donde comprendemos que la identidad visual y lo relacionado a lemas, eslóganes o ejes comunicacionales son la última parte en el proceso estratégico de la región.
La finalidad del marketing de ciudades, regiones o países, es ser coherente con la estrategia del lugar en todos sus niveles y con sus objetivos para el corto, mediano y largo plazo. Determinar el valor que entrega la región, la diferencia respecto a otras: el diseño urbano, las bellezas naturales, la historia, los personajes famosos, centros comerciales, atracciones culturales, atracciones deportivas, entretenimiento. Definir como se desarrollará la región, cómo va a crecer, cuál es el futuro que sueñan sus residentes, y después lo funcional.
Es mucho más amplio que pensar en una campaña para atraer turistas o inversores, para llegar a ello es necesario concentrarse en los ciudadanos, en sus deseos y necesidades, en mejorar la vida de quienes forman parte de la región y constituyen su identidad porque “no podemos pretender vender afuera lo que no compramos nosotros mismos”. La competitividad de las regiones está asociada al bienestar económico, y esta prosperidad económica debe redundar en el bienestar social, ya que la productividad con que se aprovechen los recursos debe generar un mejor y creciente nivel de vida de sus habitantes.
Esto también significa que la marca región es un compromiso de todos, no solamente del sector público, son los habitantes, las empresas e instituciones quienes deben vivir los valores que se profesan. Porque para trascender los gobiernos, su estrategia necesita ser sostenible y coherente.
Ñuble está creciendo, se está transformando, no es igual que hace cinco o diez años, sin embargo, “si no se comunica la diferencia, no hay diferencia”.
Creo que hay una genuina identidad a comunicar y mucho trabajo para crear el futuro que la gente de Ñuble sueña.
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