A comienzo de mes, desde esta misma tribuna, escribí sobre las dimensiones relacionadas a la escasez hídrica, que fueron identificadas por las Naciones Unidas en Chile para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y que eran las siguientes: 1) Los efectos del cambio climático. 2) Presiones de las actividades productivas y/o extractivas. 3) Brecha de gestión de recursos hídricos. 4) Infraestructura inadecuada para enfrentar la escasez hídrica. 5) Limitaciones del marco legal actual. 6) La dispersión institucional en la toma de decisiones obstaculiza la coordinación. 7) Disponibilidad y uso limitado de datos para la toma de decisiones. De acuerdo con estas dimensiones y entendiendo que el fenómeno de la escasez hídrica está creciendo aceleradamente, se recomienda:
- Actualizar el marco legal vigente para adoptar e implementar el derecho humano al agua y saneamiento, incrementando la seguridad. Esto incluye revisar la legislación relacionada con la temporalidad y causales de extinción de los derechos de aprovechamiento de agua, con el fin de enfrentar una realidad hídrica y climática cambiante.
- Fortalecer el sistema de gobernanza de cuencas mediante la implementación del manejo integrado de éstas en los instrumentos de gestión y planificación territorial.
- Mejorar los sistemas de información sobre el agua para guiar la toma de decisiones y fomentar la participación ciudadana. Para ello será necesario: crear un marco de referencia para recopilar datos según los estándares internacionales; aumentar las capacidades para medir variables técnicas; financiar la ampliación de la red de monitoreo; actualizar y publicar los datos sobre calidad, cantidad y uso de agua para el monitoreo de la ciudadanía; y avanzar hacia un diseño institucional que permita la coordinación y consistencia en la toma de decisiones en materia de recursos hídricos.
- Invertir en infraestructura gris no convencional y verde, que incluya soluciones basadas en la naturaleza, especialmente en las zonas con mayor inseguridad hídrica, para garantizar el acceso y el uso eficiente del agua. El Estado debe impulsar incentivos para financiar obras, investigación y desarrollo e innovaciones tecnológicas.
- Sensibilizar a actores públicos, privados, de la sociedad civil y a la ciudadanía en torno a prácticas y tecnologías innovadoras en ahorro y uso eficiente del agua. Los programas educativos deben contemplar una conciencia y comprensión crítica del tema hídrico y generar así una participación transformadora, responsable y comprometida en la búsqueda de soluciones a la escasez hídrica.
Esperando que los nuevos gobernantes aquilaten los efectos de la mega sequía, se espera llevar a la práctica las recomendaciones del grupo medioambiental de las Naciones Unidas. Además, si se desea lograr un cambio sustentable, acorde a los nuevos tiempos, se deben coordinar tanto las necesidades humanas como los requerimientos sociales y medioambientales, las tecnologías, las ambiciones políticas y los recursos económicos. Finalmente, y no menos importante, la desalinización de aguas del mar debe ser una prioridad para las zonas más comprometidas del país.
Ricardo Pérez Tirapegui