De acuerdo al último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE (junio 2014) nuestro país se sitúa entre los más desiguales del mundo, compartiendo esta ubicación con México, Turquía y Estados Unidos, quedando así muy lejos de Dinamarca, Eslovenia, Finlandia y Republica Checa destacados como los con mayor equidad. El informe refiere así los datos que muestran la mayor diferencia entre los más ricos y los más pobres. Nada nuevo bajo el sol.
En materia de desigualdad en la distribución de ingresos, se esgrimen variadas recetas para mejorar y propender a ser más equitativos, entre estas recetas quiero destacar a la inclusión financiera, entendida como “todos los esfuerzos e iniciativas orientadas a brindar acceso a los servicios financieros a quienes permanecen al margen de ellos y también las acciones tendientes a mejorar la calidad de dicho acceso”. No es un secreto, que el mejorar el acceso al mercado financiero, conlleva una mejora en el desarrollo económico de los países, puesto que se beneficia el individuo al acceder a servicios financieros y productos a menor costo, y el sistema financiero al ampliar su base de clientes.
En Chile, durante la última década se pueden evidenciar mejoras en el acceso a los servicios financieros de los más pobres, prueba de ello, la cuenta vista y caja vecina del Banco Estado, si consideramos que otros bancos también han abierto una oportunidad de acceso a través de los bancos de nicho (división de crédito de consumo, o minibanco), se ha logrado una mejoría en este aspecto, sin embargo, el índice de desigualdad permanece alto, por ende, al menos en materia de inclusión financiera, se debe hacer más, como por ejemplo, bajar las tasas de acceso de créditos de consumo y mejorar los indicadores de crédito o credit scoring para quien solicita el servicio.
Ahora bien, la inclusión financiera no solo involucra dar acceso, sino también orienta en mejorar la protección al consumidor y la educación financiera. Respecto de ésta última, la tarea de educar en temas de ahorro y conducta financiera responsable, descansa actualmente en las familias, y como es de esperar, dada la condición actual de las familias, difícilmente podremos encontrarnos con conductas responsables y educadas si la mayor parte del tiempo de los padres se orienta al trabajo, por lo tanto la tarea es de la escuela, colegios y posteriormente las universidades.
Un reciente estudio llevado a cabo por alumnos de Ingeniería Comercial de la UdeC, Campus Chillán, revela que un alto porcentaje de alumnos de cuarto medio de colegios municipales, subvencionados y particulares de la ciudad de Chillán, no posee un grado de cultura financiera aceptable, sino que evidencia la falta de educación en materias de ahorro, administración financiera personal, inversión y conducta financiera responsable, como podemos ver, los datos ratifican lo que varios ya preveíamos que podrían darse en nuestro país. Más detalle probablemente lo obtendremos de los resultados de la prueba PISA de Finanzas, la cual acorde al compromiso asumido por nuestro país ante la OCDE, hace algunos años atrás, debiese ser aplicada en 2015. Tarea pendiente.
Gloria Hormazábal Pérez, Académico Escuela de Administración y Negocios, Universidad de Concepción.