Una forma de mirar el desarrollo de la región es a través del equilibrio armónico entre tres dimensiones: económica (crecimiento), social (pobreza y desigualdad) y medioambiental (sustentabilidad). Lo anterior no significa dejar fuera otras dimensiones claves como la cultura, la educación, el deporte y recreación o la salud, todas relacionadas con mejorar las oportunidades y la calidad de vida de las personas. Al contrario, van de la mano.
En cuanto a la dimensión económica, existe un diagnóstico común sobre la importancia del sector silvoagropecuario en Ñuble. No obstante, si observamos la participación económica de este sector en el país, en el año 2000 representó un 4,4% del PIB, mientras que en 2020 fue solo un 3,4%. Frente a este deterioro, debiésemos poner la mirada en cómo mejorar efectivamente la productividad, diversificar y mejorar el valor agregado de los procesos productivos que generen mayor riqueza dentro de la región potenciando a los micro, pequeños y medianos productores. Si sigue siendo nuestra principal actividad económica, es lo único que nos permitirá crecer de forma sostenida en el largo plazo.
En la dimensión social, la última encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN), muestra que somos la segunda región más vulnerable del país con un 14,7% de pobreza. Cambiar esta situación requiere de acciones públicas y privadas. Los indicadores de desempleo del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) muestran la estacionalidad acorde a las temporadas del agro, lo que refleja la importancia relativa de este sector en la economía regional. Ante esto, deberíamos preguntarnos qué medidas permitirían suavizar este marcado ciclo de desempleo, y así mejorar la situación económica de los hogares con un crecimiento económico inclusivo con una mirada especial en el sector rural.
En la dimensión medioambiental, el cambio climático exige cuestionar nuestro modo de consumir, producir, la forma en que nos movemos y desarrollamos infraestructura. Dadas nuestras características geográficas y la importancia del sector silvoagropecuario, existe la oportunidad de crear soluciones medioambientales para estos sectores, lo que puede traer beneficios sociales y económicos. Además, es una oportunidad para diversificar la matriz productiva, generar conocimiento y atraer inversión a la región.
El Gobierno Regional es clave para encontrar respuestas y soluciones a los diversos desafíos. Lo anterior, se debe a que es la entidad capaz de convocar al sector privado, las instituciones académicas, municipios, organizaciones ciudadanas y gremiales para trabajar en conjunto a nivel regional, creando espacios de diálogo y trabajo con objetivos claros y priorizando las necesidades desde el territorio.
El Gobernador y los Consejeros Regionales son fundamentales para el logro de estas tareas si concentran su actuar en el desarrollo. La descentralización no es únicamente entregar los recursos económicos que antes distribuían los órganos centrales. Es una oportunidad para definir estratégicamente cómo estos recursos pueden destinarse de mejor forma acorde a nuestra realidad local, a partir de un diagnóstico de necesidades y desafíos ampliamente consensuados.
Juan Manuel Badilla Espinoza