La teoría económica plantea que la política fiscal es el conjunto de las acciones de gestión que aplica un gobierno sobre sus ingresos y gastos, para generar ciertos cambios necesarios sobre la economía del país. Los gobiernos recaudan ingresos a través de los impuestos u otro, como es la venta del cobre en el caso de Chile. Luego, hay acciones para disponer en qué gastar esos recursos, el conocido gasto público, que se destina a educación, salud, servicios a la comunidad e inversión pública. Al mismo tiempo, los gobiernos deben tener presente que la economía debe estar en permanente crecimiento y cubriendo las necesidades básicas de la población.
Visto así, la política fiscal es una importante acción del gobierno que incidirá fuertemente en la estabilidad económica. También debe colaborar para lograr un mayor crecimiento y se debe gestionar una política tributaria que no provoque efectos antagónicos. Así sus gastos deben ser con externalidades positivas utilizando criterios de primer orden como lo es la eficacia y la eficiencia. Además, debe estar enfocada en la disminución de la pobreza y la desigualdad de la población.
Al mismo tiempo, la política fiscal forma parte de la política económica y debe actuar conjuntamente con la política monetaria, que se preocupará del control de la estabilidad en la economía, del tipo de cambio, de la tasa de política monetaria y del control de la masa monetaria. En consecuencia, ambas políticas deben actuar en forma sinérgica y sus acciones deben ser congruentes y jamás antagónicas en la obtención de los resultados. En resumen, deben ser complementarias y lograr resultados necesarios a favor del país y sus habitantes.
Los acontecimientos económicos van determinando las acciones recomendables en política fiscal. Así, puede ser expansiva cuando el gobierno reduce los impuestos y la población cuenta con recursos directos aumentando el gasto público a través de subsidios que fomentan el ingreso a la educación o promoviendo beneficios para la tercera edad, la población vulnerable y los desempleados. La ayuda fiscal también favorece la construcción de carreteras, hospitales y escuelas, ofreciendo incentivos para que las empresas aumenten la inversión, como asimismo estimular las exportaciones. Por otro lado, la política fiscal también puede ser contractiva, aumentando los impuestos y reduciendo el gasto público. En cualquier caso, es de suma importancia que siempre actúe colaborando con la política monetaria en el combate a la inflación.
Nuestro Chile de los últimos cuatro decenios se ha caracterizado por generar una política fiscal responsable, con la creación y aplicación de la regla de balance estructural en 2001 y con la Ley N°20.128 de Responsabilidad Fiscal, en 2006. La implementación exitosa del diseño de la política fiscal en el país ha contribuido a una deuda pública menor, mayor estabilidad macroeconómica, la operación contra cíclica de las finanzas públicas y un mayor espacio para el manejo de la política monetaria por parte del Banco Central.
Froilán Quezada Quezada