Desde que el hombre vive en comunidades, sean estas pequeños villorrios o grandes urbes, ha tratado de solucionar los conflictos entre seres humanos creando normas que rijan la convivencia. Estas son muy diversas y están basadas en principios de tipo religioso y de ideologías políticas, las cuales suelen ser muy diferentes según el continente. Pero en la gran mayoría de las comunidades las normas o leyes que rigen la convivencia se construyen considerando la opinión de las mayorías, especialmente en aquellas regiones del mundo donde se practica la democracia.
En muchos países como el nuestro rige una constitución, la cual contiene todas aquellas normas que debemos cumplir y también los derechos que tenemos como ciudadanos de este país. En términos generales la constitución no trata de definir lo bueno y lo malo, pues lo que es bueno en una cultura en otra puede ser considerada como algo negativo, si no que trata de describir lo que en esa sociedad se ha tomado como acuerdo de respetar y, por lo tanto, todos los ciudadanos debemos propiciar que se cumpla; nadie debiera transgredir la constitución. Para dicho cometido existen personas que se desempeñan en ciertos cargos creados especialmente con este objetivo; algunas de ellas deben usar armas para asegurar que se les respete y puedan cumplir su función, por ejemplo: policías, guardias de seguridad etc. Otras deben estudiar las leyes y verificar que se cumplan. Generalmente estas personas tienen mayor poder y pueden ordenar a los que usan armas que actúen de determinada forma en ciertas ocasiones.
Si todo lo anterior se desarrollara de forma eficiente y responsable no existirían robos, asaltos, asesinatos, disparos de armas no legales, etc., y el desarrollo de nuestras actividades sería más tranquilo; los niños podrían volver a jugar al aire libre en plazas con la seguridad de sentirse protegidos por aquellos que les corresponde velar por el complimiento de las leyes que rigen el país. Pero la realidad es muy distinta y nos estamos acostumbrando a ver como las personas que fueron seleccionadas para ocupar un cargo que implica cierta responsabilidad, no se hacen responsable de actuar cuando deben hacerlo y prefieren mantenerse distante de los conflictos o parecer que nunca los vieron.
Esto es un tema muy peligroso para nuestra sociedad llegándose al extremo que las personas que deben cumplir el rol de garante de una determinada ley, opinen ante un ilícito, que esto es normal dado que es muy frecuente y por lo tanto no hacen su trabajo de fiscalizar o sancionar según corresponda.
Hace algunos años nos asombraba ver una escena de portonazo, pero actualmente perdimos la capacidad de asombro. Es una consecuencia del constante cambio que experimenta nuestra sociedad, pero no podemos perder la capacidad de cumplir nuestros roles según la función que estemos desempeñando. La educación es el medio que tiene la sociedad para transformar a sus jóvenes en ciudadanos responsables, entonces debemos impulsar una educación que considere importante la formación de valores que permita obtener ciudadanos capaces de enfrentar los problemas y no ser como el avestruz que esconde su cabeza para no ver lo que no desea ver.
Celso Vivallo Ruz