La macroeconomía es la disciplina que se ocupa del comportamiento de la economía como un todo, es decir, a nivel país. En consecuencia, sus principales objetivos son: 1) mantener un elevado crecimiento de la producción (variación positiva del Producto Interno Bruto “PIB”), 2) propiciar una baja tasa de desempleo (porcentaje de desocupados sobre la fuerza laboral), 3) tender a una inflación moderada (variación controlada del Índice de Precios al Consumidor “IPC”), y 4) mantener un equilibrio en el sector externo (Balanza de Pagos equilibrada).
Con respecto al crecimiento económico, en los últimos tres reportes del Índice Mensual de Actividad Económica (IMACEC), nuestro país no ha sido capaz de incrementar su producción de bienes y servicios. Lo anterior muestra una economía ralentizada y, además, con una inflación elevada de 12,8% en los últimos doce meses. Sin embargo, para nuestro conformismo, según cifras del Banco Mundial, Chile es el país en desarrollo con el PIB per cápita más alto de Sudamérica (US$ 14,116 en 2021 a precios constantes de 2010)y también con la tasa de incidencia de la pobreza más baja (10.8% en 2020). Además, según el Informe sobre Desarrollo Humano 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Chile posee un elevado Índice de Desarrollo Humano de 0.855, cercano al de Portugal o Croacia, y por sobre todos los países sudamericanos.
Podríamos agregar estadísticas negativas de finanzas públicas y también déficit en la balanza comercial en el último trimestre publicado por el Banco Central y así continuaríamos con un escenario poco alentador. Pese a todo lo anterior, el desempleo corresponde a un 7,9% de la fuerza laboral, cifra cercana a los valores que teníamos prepandemia. Entonces, nos podríamos hacer la siguiente pregunta: ¿por qué sigue bajo?, y la clave para ello es responder a otra gran pregunta: ¿cómo se mide el desempleo? La respuesta se encuentra en la separata técnica de la Nueva Encuesta Nacional de Empleo (NENE) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Para ser considerado “desocupado” se parte de la condición de no tener un empleo durante la semana de referencia (semana en que la persona es encuestada). Además, cumplir con los criterios de haber buscado un empleo en las últimas cuatro semanas y estar disponible para trabajar en las dos semanas siguientes a la entrevista. Si creemos que las tres condiciones anteriores ya son exageradas, debemos además conocer que si la persona declara haber trabajado al menos una hora en alguna actividad económica durante la semana de referencia y haber devengado un ingreso por ese trabajo (en efectivo y/o en especie) ya se considera ocupada. Por ejemplo, si usted en la última semana realizó una única carrera de 60 minutos como chofer de UBER, la estadística lo considera como una persona con trabajo. Ahora bien, si la encuesta fuera más sencilla y preguntara directamente: usted se considera ocupado o desocupado, ¿cómo creen que sería la cifra real de desempleo?
Roberto Herrera Cofré