El lenguaje es la creación más grande de la humanidad, ya que a través de él podemos representar simbólicamente la realidad, y es, en definitiva, lo que nos hace humanos. Paradójicamente, esta capacidad de expresarnos a través del lenguaje, se convierte en una especie de tortura cuando la tarea es hacerlo en un idioma extranjero. A través de los años, he convivido con generaciones de estudiantes universitarios y he podido comprobar que, para muchos, el ser sometido a una situación de evaluación en un segundo idioma, específicamente en inglés, se asemeja a una exposición al patíbulo. Se estima que más de la mitad de la población del mundo es bilingüe, pero en Chile el porcentaje llega a un pálido 10.2%
Aprender un nuevo idioma se homologa a aprender un lenguaje de programación. En realidad, es la adquisición de un nuevo set de símbolos que representan nuevos y diferentes conceptos en nuestra memoria: las palabras. La ciencia sostiene que los hablantes bilingües tienen una ventaja que va más allá de la comunicación: ser bilingüe es bueno para el cerebro. En las siguientes líneas me propongo motivarlos con ciertos datos que comprueban lo importante que es aprender un nuevo idioma, y ¿por qué no decirlo?: inglés. No en vano es el segundo idioma más hablado del mundo con 1.348 millones de hablantes, de los cuales 379 millones son nativos.
Está comprobado que los sujetos bilingües tienen ambos idiomas (el materno y el segundo idioma) activos en sus cerebros, y que son capaces de conectarse a uno y otro según la necesidad. El mecanismo se puede ilustrar como el re-direccionar una antena. Esta condición de tener dos canales activos y la habilidad de enfocarse en uno solo a la vez, hace que el cerebro opere en un estado de permanente ejercicio mental. Incluso, se ha aventurado en la hipótesis que el bilingüismo podría retrasar la partida de la demencia senil en unos cinco años.
En la infancia, el bilingüismo aporta una mayor flexibilidad cognitiva. Esto se explica porque se conocen dos palabras totalmente diferentes para denominar un mismo objeto. Ya que las estructuras e ideas de ambos lenguajes son tan diferentes, el niño se ve forzado a pensar usando patrones mentales más complejos.
Otro beneficio importante es la objetivación del lenguaje o la habilidad de identificar, describir y entender las estructuras del lenguaje en general. Esta habilidad promueve estadios superiores de pensamiento abstracto, de formación de conceptos, de categorización e inclusive facilidad narrativa.
El sujeto bilingüe es un hablante-oyente único, que puede usar dos idiomas, separada o simultáneamente, con propósitos, personas y en dominios diferentes de la vida. Es decir, su cerebro puede funcionar en modalidad monolingüe, y bilingüe. La investigación sobre bilingüismo posiciona a las personas bilingües en una clasificación especial, y destierra el antiguo concepto de “bilingüe mítico” que es apuntar a que las personas que hablan un segundo idioma, sean capaces de hacer todo aquello que el hablante nativo puede hacer: como por ejemplo tener intuición sobre la gramática, o adquirir un acento.
Carmen G. Pérez Riquelme