Hace aproximadamente un mes, la prensa nacional nos sorprendía con una nueva polémica en la que se ve envuelta la reconocida multitienda chilena La Polar, la cual fue demandada por la marca estadounidense Under Armour, cuyo representante legal en territorio nacional denunciaba que la multitienda estaría comercializando prendas no originales de la marca en cuestión. A este escándalo, con el pasar de los días se han ido sumando nuevas marcas de reconocimiento mundial, con la misma acusación hacia La Polar. Hace unas semanas también se sumó el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac), presentando una demanda colectiva contra la tienda por venta de ropa falsificada y falta de información a los consumidores.
Los antecedentes presentados anteriormente, solamente con el fin de contextualizar, nos llevan a reflexionar por lo menos en dos ámbitos. Por una parte, en cuanto al sector público, sobre el rol que tiene hoy día el Sernac, único organismo estatal preocupado y declarado como responsable de fiscalizar y proteger los derechos de los consumidores. Sin embargo, nos encontramos con que, y recalcando lo repetitivo de los hechos, de comprobarse la veracidad de estos, una vez más La Polar estaría engañando a sus clientes, con la finalidad de obtener beneficios económicos.
Lo anterior pone de manifiesto la necesidad de reforzar el rol del Sernac, ya sea reestructurando o complementando las funciones que hoy lleva a cabo, de tal manera que le permita no ser solamente un organismo reactivo ante acusaciones de terceros, ya sean estos consumidores u otras empresas del rubro, sino que también pueda tener las capacidades y recursos para prevenir este tipo de hechos, y entregar mayores seguridades y certezas en materia de derechos al consumidor.
Por otra parte, también es importante reflexionar sobre la gestión en el ámbito privado, y cuáles son los valores que guían a las compañías a la hora de tomar decisiones. Y en este sentido no hablo de los valores que describen en sus planes estratégicos y publican en sus páginas web, sino de los verdaderos valores que guían el ejercicio profesional de quienes deben tomar decisiones importantes en las empresas y, por ende, conllevan a consecuencias de gran envergadura tanto para sus propias organizaciones como sus distintos grupos de interés. Ya que, si La Polar hubiera actuado bajo el valor de la transparencia, que en su página web declara tener como eje de su cultura corporativa, es posible que hoy no habría miles de clientes posiblemente nuevamente engañados, cientos de trabajadores con incertidumbre por su fuente laboral y una compañía completa intentando defenderse de las graves acusaciones en su contra, simplemente por no alinear los valores declarados con los valores que guiaron sus acciones.
Independiente del resultado que se obtenga de los procesos judiciales en curso, y que La Polar logre demostrar la originalidad de las prendas que comercializa, y transparentar con sus clientes su modelo de negocio, la desconfianza está instalada y La Polar se encuentra nuevamente en la debacle por posibles engaños a sus clientes.
Paulina Ceballos Garrido