Supongamos que usted invirtió hace una semana una suma de dinero en un fondo mutuo de renta variable (portafolio de acciones de diversas empresas). Al revisar el rendimiento del fondo, se da cuenta que se ha producido una caída de un 15%. ¿Qué haría usted? Son dos los caminos a seguir. Primero, retirar la inversión asumiendo la pérdida, pensando que fue una mala decisión. O segundo, invertir más dinero en el fondo, aprovechando que las acciones están más baratas, proyectando que más adelante se recuperarán y que en el largo plazo reflejarán una alta rentabilidad.
Los individuos necesitamos comprender cómo funcionan las inversiones, a fin de que podamos tomar decisiones acertadas en función de nuestras metas financieras, perfil de riesgo y plazos. En cuanto a este último punto, una sugerencia plausible es que, si una persona quiere invertir su dinero a corto plazo (período menor a 12 meses, por ejemplo), le podría convenir colocar su dinero en instrumentos de inversión más seguros, como por ejemplo, depósitos a plazo, fondos mutuos de renta fija, etc., que no tienen altas rentabilidades pero que buscan proteger el capital. En cambio, si una persona tiene una horizonte de inversión de largo plazo, vale decir, sobre cinco años, o incluso más, podría ser conveniente invertir en un fondo mutuo de renta variable, el cual, a pesar de exponerse a un mayor riesgo, tiene rentabilidades esperadas mucho más altas. Aunque en el corto plazo pudiera reflejar retornos negativos, la realidad en que más adelante se puede recuperar e incluso rentar muchísimo más. De ahí radica la paciencia que debe tener el inversionista, la que es recompensada por el mercado.
Visto desde otro punto de vista, retirar una inversión antes que madure adecuadamente es como sembrar una semilla en una maceta, pero que, al no ver inmediatamente los primeros brotes, se decida retirar la semilla para cambiarla de maceta. Claramente es algo que carece de sentido.
Realizando cálculos, si una persona hubiera invertido a comienzos de 1990 en el índice S&P500, luego de 30 años habría obtenido una rentabilidad real y ajustada por tipo de cambio de más de un 460%. En otras palabras, su monto final sería de más de 5,6 UF si originalmente hubiera invertido tan solo 1 UF. Si esta persona hubiera optado por invertir todos esos años en un instrumento más conservador, su rentabilidad habría sido más baja que la antes mencionada.
En conclusión, tres consejos son importantes al momento de invertir. Primero, definir el horizonte de inversión. Esto implica saber en qué gastaré mi dinero luego de invertirlo (vacaciones, jubilación, pie para una vivienda, etc.), y durante cuánto tiempo lo invertiré (1 mes, 6 meses, 1 año, 20 años, etc.). Luego, debo elegir el instrumento de inversión que más se adapte a mis necesidades. A plazos menores, instrumentos más seguros, pero a plazos mayores, instrumentos más rentables pero que asumen un mayor riesgo podrían ser una opción conveniente. Finalmente, la paciencia es fundamental. La pérdida o ganancia de una inversión se concreta en el momento en que uno retira el dinero invertido, no antes.