El TPP11 es un tratado de integración económica multilateral en la región de Asia-Pacífico que cuenta con la participación de 11 países: Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, Malasia, México, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. El acuerdo consta de 30 capítulos que abarca diversas áreas y permite a nuestro país participar en el comercio con cerca de 500 millones de personas, reduciendo significativamente los aranceles entre los países miembros, fortaleciendo así la alianza Asia-Pacífico.
Desde el punto de vista político, varios funcionarios de gobierno han indicado que buscarán desbloquear la discusión del tratado que se lleva en el Senado desde principios de 2019. En la misma línea, el Presidente Boric y su gabinete se comprometieron a dejar el manejo del acuerdo en manos del Senado, lo que significa que ningún órgano ejecutivo cambiará su urgencia y dejará que se apruebe antes de fin de año.
Ahora bien, ¿es necesario firmar este acuerdo? Por un lado, hay quienes dicen que este tipo de tratados incentiva la inversión y mejora las relaciones comerciales y diplomáticas de nuestro país con el resto del TPP11. Y tienen razón: los acuerdos comerciales que Chile firmó en los últimos treinta años han cambiado radicalmente las relaciones económicas con el mundo, dando un impulso significativo para las exportaciones del país, con una expansión significativa de la posición de la economía en el mundo global. Así, el país ha experimentado un crecimiento exponencial de su balanza comercial gracias a 32 acuerdos comerciales con 64 mercados, que concentran el 63% de la población global y el 86,3% del PIB mundial.
Los tratados de libre comercio no solo han favorecido al sector exportador de Chile con importantes reducciones arancelarias y eliminaciones no arancelarias en los mercados de los socios comerciales, sino que también reducen los costos de transacción con trámites aduaneros más ágiles, mayor movilidad empresarial y potencian las inversiones. Esto significa que cerca del 95% de nuestras exportaciones van a economías con las que tenemos tratados de libre comercio.
Por otro lado, quienes se oponen argumentan que nuestro país es el perdedor del tratado. Más específicamente en términos de derechos laborales y ambientales, igualdad de trato con otros países y, al mismo tiempo, nuestros productos de exportación e importación se benefician de un trato adecuado y, por lo tanto, están libres de cualquier diferencia en ese sentido. Esto se debe a que entendemos que damos más al tratado de lo que recibimos.
Pero un país como el nuestro, que necesita urgentemente reactivar la economía, no puede desaprovechar esta oportunidad. El hecho de que las grandes potencias (China, Europa y Norteamérica) sean aliados nos ha reportado buenos beneficios en las últimas décadas, dinamizando la economía nacional y las exportaciones, aumentando la oferta y mejorando la calidad del producto.
Ahora, eso dependerá de la aprobación del Senado. Pero el acuerdo debe ser rápido, porque nuestra economía en apuros no puede esperar más, sino que debe acelerar acuerdos como este y sacarle el máximo provecho posible.
Norberto Hernández Andrade