Meses atrás circuló por redes sociales un “meme” que decía: “Ingenieros comerciales, se les acabó la fiesta”. En otro señalan que en políticas públicas se requiere de “menos Excel y más Word”. Esto se debe en parte a la percepción de que hay demasiados ingenieros comerciales en diversos campos de acción tales como educación, salud, medioambiente, entre otros; y adoptando una perspectiva limitada frente a los desafíos.
Pero… ¿qué es un ingeniero comercial? Es un profesional encargado de administrar organizaciones, con o sin fines de lucro, junto con colaborar en el análisis económico para una eficaz y eficiente asignación de recursos. Ahora bien, la pregunta que concierne a esta columna es si la sociedad realmente necesita menos ingenieros comerciales.
En el mundo contemporáneo existen problemas cuya búsqueda de una solución requiere analizar exhaustivamente varios puntos de vista. En otras palabras, se necesita un enfoque multidisciplinario de acción, por lo que ningún tipo de profesión podría atribuirse el “monopolio de la solución” en un área concreta. Pensemos por ejemplo en la educación. Uno de los desafíos que tiene Chile es generar condiciones para una educación de calidad en todos los niveles. Primero, se necesita a los profesores para que diagnostiquen las mayores falencias dentro de las aulas y cómo superarlas. Luego, los psicólogos y sociólogos permiten comprender las percepciones sobre el problema educativo a nivel individual y colectivo, respectivamente. Además, mejorar la calidad de la educación requiere una inversión de recursos monetarios. Es ahí donde el ingeniero comercial puede colaborar buscando la forma en que el país podría obtener dichos recursos, y sobre cómo asignarlos eficientemente en las distintas iniciativas de mejora. Además, puede asesorar en cuanto a optimizar la gestión de los recintos educativos.
En el contexto de la academia ocurre lo mismo. A modo personal, siendo un ingeniero comercial, reconozco que necesito nutrirme de las contribuciones hechas por investigadores en otras áreas del conocimiento. Dicho ejercicio es realmente fascinante, a mi parecer. Por ejemplo, con un grupo de académicos estamos investigando en profundidad las razones por las cuales los hogares chilenos no pagan el monto total facturado de sus tarjetas de crédito, provocando a la larga mayores costos para ellos. Llegamos a la conclusión de que la teoría económica no es suficiente para responder esta pregunta. En consecuencia, estamos apoyándonos en el aporte de los psicólogos en cuanto a sus teorías que explican el comportamiento humano. Este nuevo conocimiento amplió nuestra forma de entender los fenómenos, para encontrar respuestas más certeras a los problemas, y proponer soluciones de política pública.
En conclusión, ¿necesitamos menos ingenieros comerciales? El mundo demanda toda clase de profesionales, ninguno sobra. Filósofos, educadores, sociólogos, artistas, antropólogos, expertos ambientales, abogados, médicos, etc. Además de ingenieros comerciales, pero de aquellos que posean un enfoque sistémico del mundo, que sean capaces de coordinar y colaborar en iniciativas multidisciplinarias.
Carlos Delgado Fuentealba