El movimiento de empresas B busca transformar la economía global para beneficiar a todas las personas, comunidades y al planeta. Hoy en día son cerca de cinco mil las empresas certificadas en todo el mundo, las cuales buscan lograr el bienestar tanto económico como social y ambiental, conocido también como el triple impacto, colocando su esfuerzo día a día para ser las mejores empresas que el mundo necesita. A una década desde que llegó a nuestro país el movimiento B, hoy más que nunca forma parte del propósito de marca de las empresas.
En la actualidad, Chile es el país con más empresas B certificadas por habitante y el segundo de Latinoamérica en cantidad de empresas de este tipo. Lo anterior, se puede explicar porque el mundo empresarial poco a poco se ha dado cuenta que ser un agente de cambio ante problemáticas sociales y ambientales, es ampliamente valorado por los clientes, y también es rentable, ya que a través del modelo de gestión que se requiere para tener triple impacto, se promueven las mejores prácticas para cada industria desde su modelo de negocio. Además, el guiarse por un instrumento que contiene estándares a nivel mundial, resulta muy atractivo para inversionistas y diversos grupos de interés.
Así lo dejó ver la última Encuesta Anual Global de CEOs de PwC. Cuando se consultó a los altos ejecutivos de Chile y el mundo sobre cómo planean cambiar sus inversiones a largo plazo durante los próximos tres años, como resultado de la crisis de Covid-19, más de un 60% de ellos respondió que planean incrementar su inversión en aspectos de Medioambiente, Social y Gobernanza (ESG según sus siglas en inglés).
El movimiento de empresas B encontró la forma de promover las mejores prácticas empresariales, con estándares globales, y además promover una cultura empresarial sostenible involucrando no solamente a los trabajadores, sino también, a la comunidad. Lo anterior, también permite dar a Chile una mejor y mayor visibilidad ante el mundo, y así lo deja claro Josefa Monge, presidenta ejecutiva de Sistema B Chile, al indicar que “en un país con empresas mediocres o desprestigiadas todos pierden. En un país con empresas que entregan productos y servicios de excelencia, con conciencia social y que lideren los cambios necesarios, todos ganan”.
Para las empresas, lograr diferenciarse de su competencia, agregando valor al consumidor, y que éste lo perciba y lo aprecie, es uno de los retos en los que deben trabajar día a día. Y no es tarea fácil, sobre todo en una economía que a nivel mundial se encuentra aún resentida por las consecuencias del Covid-19. Es por esto que cada vez más líderes ven el triple impacto como un reto que puede marcar la diferencia entre ser las empresas que llevan la delantera ante los cambios en el mercado o ser aquellas que quedan rezagadas.
Las empresas que se certifican como Empresa B no son perfectas, pero asumen un compromiso de mejora continua y ponen su propósito empresarial socioambiental en el centro de su modelo de negocio. Lo anterior traerá por consecuencia una ventaja competitiva a aquellas que adoptan este modelo de gestión por sobre aquellas que no lo hagan.
Paulina Ceballos Garrido