El 14 de marzo se conmemora el día mundial de la matemática y se celebra en diferentes partes del mundo, principalmente en instituciones educativas, con variadas actividades como concursos, ferias, juegos, competiciones, seminarios, charlas y otros.
Si uno hace el ejercicio de preguntar entre sus cercanos sobre cuál ha sido su experiencia con la asignatura de matemática, para la gran mayoría no resultó algo especialmente agradable y, en casos extremos, incluso resultó derechamente traumático. Las explicaciones para este fenómeno pueden ser muy diversas, pero creo que tiene que ver fundamentalmente con dos cosas. Primero, la naturaleza de la disciplina, que a partir de una axiomática básica, algunas veces muy simple, persigue la búsqueda de resultados no siempre fáciles de conjeturar y menos aún de demostrar su validez irrefutable. Segundo, la forma en que se enseña, que se mueve entre dos extremos: privilegiando algunas veces aspectos demasiado teóricos y en otros casos se queda solo en el simple cálculo, o en “sacar cuentas”. Pero lo esencial no se encuentra en alguno de estos extremos, sino más bien en la constante oscilación que debiera existir entre uno y otro para optimizar el aprendizaje y procurar que este no sea tan monótono y aburrido.
Las formas de acercar conceptos un tanto abstrusos a los alumnos pueden ser múltiples y variadas. Es obligación de los docentes, sin importar el nivel en que hagan sus clases, utilizar todas las formas que estén a su alcance para lograr los resultados de aprendizaje deseados.
Respecto a la parte más teórica o “dura” de la disciplina, el matemático Richard Courant expresa lo siguiente: “Algunos libros espléndidos de biografías e historia y otros más populares han estimulado el interés general latente; pero el conocimiento no puede adquirirse utilizando únicamente medios indirectos. La comprensión de la matemática no puede ser transmitida indirectamente o como un juego sin dificultades, como tampoco pueden adquirir una educación musical, a través de reseñas periodísticas brillantes, aquellos que no han escuchado buena música con frecuencia”.
El mismo Courant complementa la idea anterior: “es posible seguir una ruta directa a partir de los elementos fundamentales hasta puntos avanzados, desde los cuales puedan divisarse la sustancia y las fuerzas directrices de la matemática moderna”.
La curiosidad es el elemento fundamental que permite avanzar en el aprendizaje. El matemático chileno Eric Goles lo muestra en uno de sus videos de divulgación científica (se puede encontrar en YouTube) y su ejemplo permite darnos cuenta que es posible producir un acercamiento a la matemática desde prácticamente cualquier tema que nos despierte curiosidad. En el caso de Goles, el ciclo de vida de 17 años del insecto llamado cigarra periódica fue lo que llamó su atención, ¿por qué su ciclo de vida es de 17 años y no otro número? ¿acaso saben de números primos las cigarras? La explicación de este fenómeno, que representa una ventaja evolutiva de la cigarra, incluso dio pie al artículo de investigación “Selección de números primos en ciclos de un modelo depredador-presa”.
Carlos Figueroa Moreno