En el contexto actual se hace más relevante el gestionar exitosamente una organización. Mantener la continuidad operacional, responder a clientes y proveedores, cuidar a los trabajadores y respetar las normas sanitarias, son un desafío sin comparación y el cambio ha sido repentino y masivo.
El COVID-19 ha trasformado los procesos internos de todas las organizaciones y la relación de las personas con respecto a su trabajo. Muchas empresas se han movilizado en tomar acciones para evitar contagios, dar respuesta a sus públicos y seguir prestando su servicio o producto con algo de “normalidad” al mercado. En este sentido, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indicó que las empresas -grandes, medianas y pequeñas- han experimentado un importante descenso en sus ingresos y variadas dificultades a la hora de operar.
Pues bien, esto va a requerir esfuerzos organizacionales, de equipo y personales bastante profundos. En primera instancia, está todo lo relacionado con la implementación de tecnología, nuevos protocolos de atención y contacto con clientes, nuevas restricciones y medidas de interacción, y lo más relevante, una nueva cultura y oferta de valor por parte de la organización.
Pero también requiere de nuevas formas de relacionamiento de los equipos y áreas de trabajo. La pandemia sin quererlo ha roto un paradigma enquistado en nuestras empresas como lo son la débil capacidad de adaptación (flexibilidad) y la poca autonomía de las personas cuando se enfrentan a desafíos. Es más, actualmente esas competencias son las más valoradas por los empleadores y suelen ser las que más agregan valor en este entorno incierto y complejo. Y para los supervisores o jefaturas también se vienen cambios en las habilidades: relacionarse con otras personas en forma simétrica, de igual a igual, más allá de la diferencia de roles, cargos y jerarquías, mostrar apertura y disponibilidad, apoyar, sostener e impulsar al equipo a mirar los desafíos del futuro. Cuestionar prácticas actuales y nuevas posibilidades hace la diferencia en la eficiencia y efectividad. Esto llegó para quedarse.
Así, hay organizaciones que se han destacado y han podido sobrellevar este momento. Es por ello que desde la Escuela de Administración y Negocios del Campus Chillán de la Universidad de Concepción, en colaboración con el Diario La Discusión, se está coordinando el Premio Impulso (en su cuarta versión) con una modalidad especial: reconocer a aquellas organizaciones que operan en la Región de Ñuble y que se hayan destacado por diseñar e implementar medidas concretas y efectivas para enfrentar este desafiante escenario. Es decir, “Premio Impulso Ñuble 2020 en tiempos de pandemia”.
Creemos que es una excelente forma de incentivar las buenas prácticas y distinguirlas. ¿Quiénes pueden postular?, Organizaciones públicas o privadas, de todo tipo, tamaño y rubro, que tengan operaciones y/o arraigo en la Región de Ñuble. ¿Qué se revisará? Serán entrevistadas en torno a la ejecución de medidas en pandemia relacionadas con cuatro dimensiones: medidas de protección de colaboradores, proveedores, clientes o usuarios y comunidad.Esperamos una convocatoria excepcional.
Marcelo Oliva Abusleme