Una de las cualidades que distinguen a nuestro país es la solidaridad cada vez que, lamentablemente, nos hemos visto envueltos en catástrofes naturales. Ya sea en situaciones como el terremoto del 27F, incendios de grandes envergaduras o inundaciones, hemos sido ejemplo de apoyo y empatía con el prójimo, situaciones en que las empresas no han quedado ajenas a esa solidaridad, mostrando su compromiso con la comunidad a través de sus diversos aportes voluntarios para solucionar problemas. De esta manera evidencian su ética empresarial, la cual se materializa en la responsabilidad social empresarial (en adelante R.S.E).
Sin embargo, el escenario que hoy tenemos, sin el ánimo de ser pesimista, es diferente y con consecuencias mucho más desconocidas que los eventos indicados anteriormente. Desde el punto de vista económico, ya hemos visto algunos indicadores negativos tanto a nivel nacional como internacional, donde muchos expertos avizoran un panorama aún más complejo para las economías. Y es que el no tener certeza de una fecha de término de esta pandemia eleva la incertidumbre para todos, siendo esto último, una variable importante que lamentablemente convoca al individualismo y el espíritu de sobrevivencia, ya sea a nivel personal, empresarial e incluso al nivel de naciones. Un ejemplo de ello, han sido las diversas medidas que se han tomado a nivel mundial, las cuales muchas de ellas, van en desmedro directo de la globalización. Sin duda alguna, tendremos un impacto también en las relaciones internaciones.
Por lo dicho anteriormente es que hoy es un escenario idóneo para visualizar cuáles son las empresas que, efectivamente, tienen en su modelo de gestión la R.S.E, donde existe un real compromiso del directorio por verla como parte íntegra de la empresa y no como un anexo para los tiempos de bonanza; y veremos también aquellas que solamente la tienen en sus planes por mera conveniencia, para obtener los beneficios de imagen que proporciona y que, por ende, se traducen en beneficios económicos al mejorar sus ingresos, entendiéndola en el fondo como un costo extra para la compañía, que se debe eliminar cada vez que deba “ajustarse el cinturón”. Esto dará luces de cuándo el directorio no está efectivamente comprometido con el rol social que juega su empresa en el medio. Lamentablemente, situaciones como las pandemias, donde reina la incertidumbre y el individualismo son una amenaza para la falsa RSE.
Afortunadamente, somos nosotros como consumidores quienes tenemos la opción de escoger a quienes comprar los productos y servicios que requerimos día a día, ayudando así, a la sostenibilidad de estas organizaciones que han demostrado su ética empresarial en momentos complejos para todos y castigar con nuestra decisión de compra, a quienes solo buscan obtener buenos indicadores económicos. Esperemos que generar un impacto positivo en la sociedad sea la única forma de hacer negocio y que se adapten quienes no lo entiendan así o que inviertan en investigación, desarrollo e innovación (i+d+i) con la finalidad de dar soluciones óptimas a los retos actuales que presenta el mercado.
Paulina Ceballos Garrido