Como dueño de una PyME y docente de la Universidad de Concepción en asignaturas que propenden a la toma de decisiones, me veo en la situación más difícil de mi vida.
Es complicado ser objetivo cuando se está en una situación bajo conflicto, en donde la decisión tomada será perjudicial para alguien. Pensemos en los efectos que conlleva una pandemia como la que estamos viviendo: las personas deben permanecer en sus casas (recomendación extremadamente razonable), algunas podrán realizar teletrabajo y por tanto no se ven mayormente afectadas más que en cambiar sus rutinas, algún equipamiento y solventar los costos asociados. Otras, sencillamente no pueden ejecutar trabajos a distancia, por lo tanto, las empresas no podrán realizar las funciones que originan los ingresos y por ende no podrán cumplir con sus compromisos.
Entonces, ¿qué decisión se toma? ¿se cierra la empresa? ¿se despiden a todos los colaboradores? ¿se espera hasta que la situación mejore? ¿existe el capital suficiente para responder a las obligaciones de la empresa?
Lo primero es pensar en los trabajadores. Las personas y su salud son lo más importante para estos efectos, por tanto, la decisión es que todos los colaboradores se queden en sus casas y así esperar que el problema lentamente pase. Sin embargo, desprotegemos la salud financiera de las empresas, que sin ingresos no podrán cumplir con sus compromisos y por tanto, deberán tomar medidas, tales como: solicitar créditos, realizar convenios con los trabajadores para jornadas más cortas o reducir los sueldos, realizar conversión de la actividad económica o sencillamente despidos parciales o masivos. Es necesario entender también que un porcentaje muy elevado de empresas son Pymes o mini Pymes, en donde los dueños también son trabajadores y deberían tener la misma consideración.
En estos críticos momentos es donde se necesita mantener unidos a empleados, empleadores y Gobierno/Estado, de forma tal que se generen las máximas bondades y salga a relucir la generosidad, la empatía y todos los aspectos sociales que se pierden por el excesivo individualismo. Los empleados deben preocuparse de su rol en la familia y en la empresa, comprometerse, cuidarse y apoyarla. Los empresarios deben proporcionar todas las condiciones para que las actividades de sus trabajadores sean seguras, posibles y dignas. Y por último, el Gobierno/Estado debe implementar todas las medidas que permitan consolidar la liquidez de las empresas, vale decir, generación de ingresos y reducción de costos. Ya existen avances con todas las medidas que ha tomado el Gobierno y ratificado por el Congreso, sin embargo, éstas deben tener carácter de urgente y no depender de la burocracia por conveniencia que nos gobierna actualmente.
En un evento de esta naturaleza podemos especular que todos perderán, ojalá en proporciones respecto a los ingresos, y convencernos, positiva e inteligentemente, que el Covid19 no es para toda la vida. Por lo tanto, tenemos que dejar el camino pavimentado para cuando se vuelva a la normalidad, logrando así un crecimiento y desarrollo económico potente, sostenido y lo más importante, que sea para todas y todos.
Ricardo Pérez Tirapegui