Hace pocas semanas se dio el vamos al ingreso de estudiantes en los distintos niveles. Es un nuevo año para adquirir nuevos aprendizajes, nuevas personas y adquirir distintas herramientas que van a ser beneficiosas en el futuro. Este par de líneas de escritura simple encierra una profunda complejidad que nuestro sistema educacional deberá afrontar: ¿Cuáles son estas complejidades?
Comenzaré con la inmigración. La matrícula de alumnos inmigrantes se ha más que cuadriplicado en los últimos cinco años. ¿Está preparado nuestro sistema educacional para tender la multiculturalidad? ¿Serán adaptadas las bases curriculares a un diseño universal de aprendizaje? Lo cierto es que la movilidad (migración) de la población en la región es cada vez mayor: ¿Debemos avanzar hacia un tránsito educativo común en América Latina y el Caribe? ¿Desde qué perspectiva contaremos la Guerra del Pacífico?
Si bien nuestro país se formó con inmigrantes que arribaron en el siglo diecinueve, lo distinto es que estas comunidades extrajeras llegaban a los países manteniendo su identidad, formando incluso colegios de colonias (Ej. alemana, italiana e inglesa).
En otro frente, la oportunidad de la educación, las planificaciones diarias de clases frontales están concebidas para robots profesores y robots alumnos. ¿Los futuros profesionales y técnicos están aprendiendo las habilidades de alta complejidad requeridas para este siglo? ¿Afrontamos con decisión la articulación de la educación y el mundo laboral? ¿Nos preocupa o nos ocupa la automatización de las funciones que hoy realizan los humanos y la pérdida de empleos asociada a esos cambios?
Quisiera además abordar además un tercer concepto – sólo por temas de espacio – que es la digitalización de nuestras relaciones interpersonales, que ha traído consigo múltiples beneficios como la comunicación instantánea, el acceso transversal a la información; pero además ha generado externalidades negativas, tales como el ciberacoso que puede resultar extremadamente dañino por su llegada masiva y muchas veces anónima (de acuerdo a cifras Mineduc ha aumentado en un 56%), lo que demuestra que el uso de las tecnologías no ha ido de la mano con una política educativa en la materia. ¿Existe en nuestro sistema educativo la prevención de las expresiones actuales de violencia? ¿Cómo nos hacemos cargo del empoderamiento social que se promueve por estos medios, cuando se segreguen a colegios u universidades, por estar más tiempo en paro que preparando a los futuros líderes de nuestro país?.
Lo cierto es que la humanidad en su conjunto avanza en forma decidida hacia nuevas formas de convivir, relacionarse y trabajar. Y los factores antes descritos, pueden ser motores de desigualdad extrema o impulsores sociales. Por lo anterior, es imperativo preparar a nuestros alumnos en destrezas y habilidades acorde al avance tecnológico, promover en aula la construcción de una mirada común (integrada no segregada), guiar a estudiantes en la utilización responsable y empática de las redes sociales. Finalmente, la distribución del saber en forma equitativa será determinante para evitar la segregación extrema, y de esta forma dejar en el recuerdo la frase mítica de la “Voz de los 80”… A otros enseñaron secretos que a ti no … a otros dieron de verdad esa cosa llamada educación.
Víctor Díaz López