A comienzos de la semana pasada, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentó sus estimaciones de crecimiento para nuestro país. El organismo proyecta una tasa de variación del PIB de un 2,9% para este año y el próximo. Este indicador resulta ser un buen augurio para la economía chilena. Pese a lo anterior, es importante analizar las causas de este mayor crecimiento esperado. Estas corresponden principalmente a un aumento de las exportaciones, un mejor precio del cobre y una inversión que va recuperándose, lo que obedece en gran medida a un mejor escenario internacional.
Resulta relevante reflexionar un poco acerca del crecimiento de Chile y plantearse qué es lo que nos interesa realmente, ¿tener un alto crecimiento solo en el corto plazo – hasta donde lo permitan los factores externos – o bien, generar políticas que vayan en pos de mejorar sustantivamente el crecimiento en el mediano y largo plazo? Ahí es donde nos damos cuenta de que en esta materia aún tenemos tareas pendientes.
Si analizamos lo anterior, de acuerdo a las teorías que se enseñan en Economía, los factores que han generado mejores expectativas de crecimiento para este año van por el lado de la demanda agregada, cuyos efectos se ven mayormente en el corto plazo. En consecuencia, un crecimiento sostenido en el largo plazo obedece más bien a factores de oferta agregada; esto es, educación, productividad, tecnología e innovación.
La OCDE recomienda a nuestro país, entre otras cosas, dos aspectos importantes asociados a la oferta agregada. Por un lado se trata de aumentar la productividad (en términos sencillos, productividad significa hacer mejor las cosas; hacer más con los mismos recursos, combinándolos de una forma más eficiente para lograr mejores resultados). La evidencia muestra además, que aumentos de productividad generan incrementos en los salarios reales de la población. Si analizamos los datos, la productividad total de factores (PTF) ha presentado variaciones negativas en Chile desde el año 2006 en adelante, exceptuando el 2010. Para ello es necesario aumentar la inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), ya que es menos de un 25% respecto del promedio de los países de la OCDE; eliminar barreras, mejorando por un lado el funcionamiento de los mercados y avanzando en la eliminación de distorsiones a nivel micro. Otra medida importante tiene que ver con mejorar fuertemente la calidad de la educación, y más en lo inmediato, la calidad de los trabajadores.
Un segundo aspecto recomendado por la OCDE tiene que ver con la modificación de nuestra estructura exportadora, orientándola hacia la diversificación. Actualmente se encuentra concentrada en pocos recursos naturales, como el cobre, haciendo que la economía dependa de los precios internacionales de los commodities, incidiendo en el crecimiento. Se debe incentivar una diversificación de nuestra matriz productiva, fomentando el desarrollo de nuevos sectores; en especial aquellos que agreguen valor. Para ello es relevante un compromiso constante tanto del sector público como el sector privado, por fomentar la innovación y las nuevas ideas de emprendimiento.
Carlos Delgado Fuentealba