La desigualdad no solo toca la arista social, sino un aspecto más profundo, como lo es la educación formal que se entrega en todos sus niveles, desde la educación pre-escolar hasta la Educación Superior. Un conjunto de elementos tanto del entorno como de la historia familiar segmenta la sociedad en distintos estratos, que restringen las oportunidades de ingresos, salud y accesibilidad a la educación. Esta realidad es preocupante dado que tiene influencia directa en la movilidad social, educacional y laboral que una persona puede experimentar a lo largo de su vida. Tal como se indica en el estudio sobre la movilidad social intergeneracional en Latinoamérica, realizado por Azevedo y Bouillon (2010) la movilidad educacional y el acceso a la Educación Superior son los principales determinantes de la movilidad en países desarrollados. Para Latinoamérica, con la excepción de Chile, las altas tasas de inmovilidad parecen estar asociados a un acceso limitado a la Educación Superior. El gran desafío que enfrenta hoy el gobierno y la sociedad en general es disminuir las brechas sociales, a través de la educación como principal canal para romper esta suerte de determinación por origen.
El acceso a la Educación Superior en Chile, va más allá de los sistemas de admisión y procesos de selección universitaria mediante PSU, notas de enseñanza media (NEM) y el actualmente incorporado ranking. Es más bien el resultado de una experiencia educativa, que según World Data on Education de la UNESCO (2010-2011) se compone de 12 años obligatorios, donde la educación preprimaria no es obligatoria a diferencia de los niveles de educación primaria de 8 años y educación secundaria de 4 años. Para poder ingresar a la Educación Superior se exige como requisito mínimo la licencia de educación media y rendición de Prueba de Selección Universitaria. Como señala la investigación realizada por Rodríguez (2012), la educación recibida en los niveles primario y secundario está determinada por la condición social y económica de las personas, lo que repercute en los resultados de procesos de selección universitaria. Rodríguez, basándose en los datos entregados por el Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (Demre) de la Universidad de Chile, establece que las condiciones de origen de los estudiantes pueden ser más determinantes que sus talentos para ingresar y elegir la institución de Educación Superior.
En definitiva, los estudiantes que ingresan a primer año poseen arraigado consigo mismo un conjunto de características propias y de su entorno que determinan sus perfiles de ingreso y esto por consecuencia se presume un determinante con alto factor de impacto en el rendimiento académico y calidad de profesional que adquiere una persona que ingresa a la educación terciaria, ya sea técnica, mediante Centros de Formación Técnica (CFT) o Institutos Técnico Profesionales (IP); o bien universitaria mediante universidades tradicionales, públicas o subvencionadas, y privadas.