En los últimos meses, sucesos como la votación en favor del Brexit, la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, y el resurgimiento del nacionalismo en algunos países de Europa ha generado incertidumbre con respecto al funcionamiento de los mercados, y sus consecuencias en el comercio internacional, tanto en los bloques correspondientes como en terceros países. Chile no ha sido la excepción. Dada la importancia del comercio internacional en nuestro PIB, nos preguntamos ¿de qué manera estos acontecimientos afectarán al país? Si bien no existe una respuesta correcta a esta pregunta, las características de los procesos políticos en ambos casos son un buen punto de partida para predecir los potenciales efectos.
Comencemos con el Brexit. Nuestras relaciones comerciales con el Reino Unido están enmarcadas en el Acuerdo de Asociación Económica con la Unión Europea (EU), un tratado de cuarta generación que posee una dimensión política, de cooperación y económico-comercial. Debido a que este es un acuerdo “en bloque”, solo se verían afectados los vínculos que Chile posee con el Reino Unido; por consiguiente, las consecuencias que el país podría experimentar, en el mediano plazo, dependerán de las condiciones bajo las cuáles se realice la salida del Reino Unido. Los expertos indican tres posibles escenarios: (i) la adopción del modelo noruego del Espacio Económico Europeo, donde el Reino Unido obedecería las leyes del mercado único, siendo este escenario el menos perjudicial para sus socios comerciales, (ii) la adopción del modelo canadiense de un acuerdo de libre comercio, según el cual se eliminarían los aranceles sobre productos industriales y agrarios, a la vez que se otorgaría un acceso limitado al mercado único; este es el escenario más probable, y (iii) la adopción de las reglas de la OMC, en cuyo caso el Reino Unido tendría que proponer los niveles arancelarios para cada artículo cubierto por la OMC y negociar con cada uno de sus miembros; esta sería la solución más costosa. Asimismo, la presión que podría ejercer el gobierno que entrará próximamente en vigencia podría facilitar la permanencia del Reino Unido en el mercado único, lo que se vería afianzado con los valores de cooperación de la UE.
Consideremos ahora el caso estadounidense. Debido a que la protección del empleo nacional es uno de los pilares de la administración Trump, Estados Unidos ha endurecido su posición con respecto a la importancia de los acuerdos comerciales, siendo un ejemplo de ello su salida del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. Como la entrada en vigor de este acuerdo debe ser ratificada por un mínimo de 6 países que representen el 85% del PIB combinado de los países miembro, la negativa de Estados Unidos puede poner en peligro el intercambio de una cantidad substancial de productos chilenos con valor agregado, generando serias repercusiones en el mediano plazo.
¿De qué manera podemos lograr que los beneficios de los acuerdos no sean aminorados por las decisiones políticas? Una mejor distribución de las ganancias del comercio y del crecimiento económico al interior de la población podría ser una herramienta poderosa para contrarrestar los argumentos del nacionalismo extremo. Recordemos que, cuando llegan las crisis, lo mejor es cooperar.