Es recurrente al referirnos a los procesos educativos, mencionar la palabra metodología; yo prefiero hablar de didáctica, pues ésta se refiere a una ciencia que tiene como objeto de estudio el complejo proceso de enseñar y aprender, con el fin de mejorar las prácticas y adecuarlas a las situaciones cambiantes en que esta actividad se desarrolla. Desde esta perspectiva, el objeto de estudio de la didáctica es el proceso dinámico de enseñanza y aprendizaje y no los contenidos por sí mismos, ya que éstos son estudiados en la medida que se interrelacionen con el proceso. En este ámbito se entrelazan tres actores: el aprendiz, el enseñante y el contenido de enseñanza, quienes dan vida al sistema didáctico, que siempre es dinámico y por lo mismo, complejo.
Según Camps (2012), la didáctica tiene como finalidad mejorar las prácticas docentes, a través de un continuo ir y venir entre las teorías que se elaboran y los métodos de enseñanza, en una relación dialéctica que las hace inseparables. Perspectiva con la que concuerdo absolutamente, ya que tanto teoría como práctica no sólo se vinculan, sino también se necesitan permanentemente y le dan sentido al quehacer pedagógico. Por otra parte, los fundamentos didácticos que orientan el quehacer docente en el aula a partir de la Reforma Educacional chilena, proyectan una mirada pragmática centrada en el aprendizaje de usos significativos, adecuados y contextualizados, para el desarrollo de habilidades y estrategias que favorecen la capacidad de interacción comunicativa en los estudiantes.
En este contexto, cabe preguntarse si los profesores del Sistema Educacional de nuestro país están preparados para responder a las altas y desafiantes necesidades didácticas del momento. En esta línea resulta interesante realizar un segundo cuestionamiento en torno al tipo de formación que reciben en las instituciones educacionales superiores los futuros docentes, entendiendo que la didáctica es un proceso dinámico, en el cual el profesor es un elemento importante, porque es el encargado de la enseñanza.
La situación se complica aún más al analizar los contenidos de esta formación, pues se observa en los primeros años una formación superficial en los contenidos disciplinares, para continuar con contenidos sobre la didáctica en los últimos años. Lo preocupante no es sólo la falta de profundización en los contenidos, sino la ausencia dentro de las mallas curriculares del desarrollo de habilidades, que vendrían a resolver los problemas que estos estudiantes y futuros formadores traerían desde su educación básica y media.
En definitiva, los cambios en la enseñanza y el aprendizaje desde la Reforma Educacional hasta hoy, han sido profundos y transformadores, lo que no ha estado exento de resistencias; sin embargo, el camino recorrido desde entonces hasta ahora ha generado, sin duda, otro tipo de jóvenes, hombres y mujeres dispuestos y más preparados para participar de la vida académica y social (de una forma más crítica también), y sobre todo, conscientes que el desafío de progreso en educación sigue firme, para dar paso a un crecimiento real, de calidad y permanente en el tiempo.
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