Septiembre, mes de los colores, tanto naturales como patrios, es el tricolor que decora cada sector, el dulce trinar de aves, la suave caricia de brisas levemente más cálidas; observamos cómo la naturaleza continua su sabio y progresivo ciclo; resurge la vida y con ella, el sol irradia su luz con mayor esplandor.
Al respeto, ¿no existe acaso un efecto que modifica nuestras conductas o nuestra percepción de la realidad dado el cambio de estación?, ¿días con más luz, afectarían positivamente la productividad?
Simultáneamente, hemos sido testigos de manifestaciones frente a la automatización de trabajos, el cierre de industrias, los debates en torno a la reducción de la jornada laboral de 45 a 40 horas y, últimamente, no por ello menos importante, el cambio en el huso horario.
Como referente, adoptamos de la evidencia internacional la generación de nuestras políticas públicas. Estas referencias, carecerían de un “sello propio”, puesto que nuestra idiosincrasia difiere del resto del orbe. Por ejemplo, se han generado procesos de automatización tanto en el sector público como en el privado, lo cual no debería significar prescindir de quienes ejercen dichas funciones sino una reconversión laboral mediante una capacitación de trabajadores en las competencias y habilidades propias del siglo 21 para hacer gestión, la automatización no debería eliminar puestos de trabajo, sino que lo cambia.
En este sentido, el Ministerio de Energía ha delimitado un huso horario en función de tener más luz en las mañanas, con ciertas excepciones y, más allá de algunas desafortunadas alegorías otras intervenciones técnicas, ¿se ha considerado cómo responde nuestro “reloj biológico” frente a los cambios de huso horario?
Según el académico del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso, Sr. John Ewer, menciona: “cuando sale el sol determina cuándo te despiertas biológicamente […] y eso va a ser más agudo en niños y adolescentes porque tienen un reloj biológico atrasado con respecto a los adultos, perder sueño causa problemas asociados a la obesidad, la diabetes e incluso en el estado anímico”.
En la integralidad del desempeño de las personas, ¿se ha pensado el efecto del huso horario en trabajar 40 horas semanales argumentando más tiempo con la familia o pérdida de productividad si existe una tendencia a la automatización?
Si nuestra biología está ligada al merecido descanso reparador, como país tendríamos una mirada renovada de nuestro quehacer, y así: evaluar los programas sociales con enfoque de control de gestión más que seguir haciendo diagnósticos que todos ya conocemos y dar verdadera solución a la ciudadanía; reforzar la fiscalización de leyes y reglamentos y percibir igualdad de trato al cumplimiento de la ley; disminución de licencias médicas; menos horas extras por uso eficiente de recursos, mayor participación de las decisiones de la empresa para quien(es) ha(n) visto automatizada su función.
Creo que es hora generar políticas del buen vivir, con equipos multidisciplinarios en torno a un trabajo alineado a nuestra realidad geográfica y en plena colaboración con la sustentabilidad de nuestro entorno.
Elías Karmach Sánchez