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Los verdaderos flaites

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Alberto Plaza se equivocó al decir que “los flaites se han apoderado del  humor en Viña”, porque la verdad es que se quedó corto. Los flaites se han tomado toda la parrilla programática de los canales de televisión de nuestro país.

Le invito a conocer un poco de historia: El año 2014 se promulgó la Ley de Televisión Digital, y con ello la obligación de los canales y cableoperadores de emitir al menos 4 horas semanales de programación cultural, la emisión de programas de servicio público promovidos por el Gobierno, y campañas de utilidad pública de manera gratuita. Desde ese momento y gracias a la Ley 18.838 se da atribuciones al Consejo Nacional de Televisión (CNTV) para supervisar y controlar el cumplimiento de esta Ley (antes de esa fecha la obligación era de 1 hora semanal de cultura, y muchos canales ni siquiera cumplían ese mínimo).

¿Qué se considera televisión cultural?. Son aquellos programas que se refieren a los valores que emanan de las identidades multiculturales existentes en el país, así como los relativos a la formación cívica de las personas, los destinados al fortalecimiento de las identidades nacionales, regionales o locales, así como fiestas o celebraciones costumbristas y aquellos destinados a promover el patrimonio universal y, en particular, el patrimonio nacional.

Como era de esperar, estas 4 horas culturales semanales apenas se cumplen: En el informe de diciembre de 2016 el CNTV dio cuenta que los canales apenas logran un precario resultado (de un mínimo de 1.200 minutos culturales semanales, TVN cumplió con 3.140, Canal 13 con 2.506, La Red con 2.293, Mega con 1.260 y CHV con 1.200). Considerando un total potencial de 50.400 minutos semanales de emisión por cada canal, menos del 4% de la parrilla promedio fue destinado a la cultura.

Hasta aquí los números, porque si hay otro problema aún mayor es la calidad y presupuesto asignados a la realización de los programas culturales versus los destinados al entretenimiento y farándula, junto con los horarios en que se prioriza la emisión de cada uno de estos programas.

Frente a este escenario algunos podrán decir “si no le gusta, cambie de canal, vea el cable, o apague la TV”. Le respondo con las conclusiones de la última encuesta nacional de televisión, que indican que “la alta tecnologización de los hogares evidencia la necesidad de las personas de estar conectadas, y a pesar de la importancia que están adquiriendo las nuevas tecnologías, la televisión abierta continúa siendo  de alto consumo y mantiene su importancia como referente cultural”.

Por eso la pelea por la cultura se debe dar con el control remoto en la mano. Menos farándula y más patrimonio, menos teleseries y más historia, menos futbolistas y más respeto por nuestros próceres. Si no reaccionamos ahora, estamos destinados a aplaudir el festival de garabatos de Viña del Mar y a dormirnos con los gritos de la última oferta del supermercado por muchos años más.

La responsabilidad es de quienes cada día nos llenan de contenido liviano y vacío, y nos cuentan un mundo destinado a la risa fácil y al consumo rápido, donde no es necesario pensar. Esos son, estimado Alberto, los verdaderos flaites.

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