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La tarea es sin tareas

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En las últimas semanas se me ha hecho común y reiterativo leer en las redes sociales frases como: “la tarea es sin tareas” o “no más tareas para la casa”, y es porque existe, al parecer, un descontento social con respecto a la recarga de actividades que los alumnos de Educación Básica y Media chilena llevan a casa diariamente, además del número de evaluaciones asociadas a estas. Para padres y apoderados es una real preocupación ver como sus hijos pasan gran parte del día en la escuela o el colegio y que aun así deben llegar al hogar a realizar tareas adicionales. Esto a modo de contextualización. Por otra parte, el currículum escolar chileno es demasiado extenso y acotado a procesos evaluativos rígidos, para lo que realmente necesitan saber los alumnos. Y es que el auténtico aprendizaje no debe estar centrado en el contenido, sino que en el desarrollo de habilidades y logro de capacidades, ¡cuánto hemos leído y escuchado de esto! La repetición de materias, a través de un aprendizaje memorístico, que rápidamente es olvidado, ya no es la clave del éxito, y si analizamos los programas escolares de países desarrollados y con altos estándares de excelencia en educación, podemos constatar que estos se reducen a ejes fundamentales y orientados a los intereses y proyecciones de sus estudiantes. Y si eso ha funcionado en otras partes, impresiona por qué acá nos empeñamos en hacer todo lo contrario. Con la llegada de la reforma escolar, hace ya varios años, también lo hicieron múltiples factores, entre ellos la jornada completa, que pretendía alcanzar diferentes objetivos, tales como: mejor aprovechamiento del tiempo, que los padres pudiesen trabajar tranquilos, sabiendo que sus pequeños estaban estudiando, la incorporación de innovadoras instancias artísticas y deportivas, entre otros; es así que nacieron las actividades curriculares de libre elección (Acle), para ayudar en el desarrollo íntegro de los alumnos, ya que con ellas podían combinar sus aptitudes con las responsabilidades escolares. No obstante, la proporción entre estas y la cantidad de actividades académicas, era y es desigual. Con relación a las pruebas estandarizadas, podríamos pensar que el haber extendido las horas de clases (recordando que antiguamente existía la jornada única, mañana o tarde), además del envío de tareas para el hogar, a modo de refuerzo, pudieron haber elevado significativamente los puntajes en evaluaciones internacionales y habernos situado en un lugar privilegiado. Tampoco ha sido así. Mas todo debe transformarse en un desafío, y a mi parecer, sí se puede generar un cambio y aprovechar cada clase, cada instancia con nuestros alumnos, y permitir que a casa vayan cargados de energías y vuelvan con intenciones de aprender cada día, porque lo he escuchado de ellos mismos y he sido testigo de que el interés, el ánimo y las ganas se van agotando a medida que insistimos en prolongar la jornada hasta el hogar. En conclusión y para terminar con esta tarea que me traje a casa, me quedo con un mensaje que leí el otro día en el muro de una calle: “Procurad que se vayan a casa con más curiosidad que deberes”. Me gustó y lo comparto absolutamente.

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